Ancha chirichcan. Está haciendo mucho frío. Es la época del año en que llegan los fuertes fríos, las heladas y, en ciertas regiones, las nevadas.
El extremo Sur de nuestro país vivió una jornada inolvidable el 21 de Junio, cuando se dio el Solsticio de Invierno, con su larguísima noche y pocas horas de luz diurna.
En las provincias del Norte Argentino, el Invierno llegó con frío y precipitaciones, en muchos lugares con lluvias y en las montañas con nieve. En algunos lugares hubo heladas que hicieron lucir amaneceres de pastos blancos, con el rocío congelado.
El rocío es vapor de agua contenido en el aire que se condensa formando gotitas sobre las hojas del pasto, de las plantas y de todo objeto sólido con el que ese aire entre en contacto. Para que ocurra esa condensación, el objeto tiene que enfriarse tanto que a su vez enfríe al aire circundante, provocando la condensación del invisible vapor de agua. Si la temperatura baja hasta el punto de congelar el agua, decimos que se produjo una helada.
En heladas rigurosas, la savia y otros líquidos de las hojas se congelan, provocando la rotura de las células y la muerte de esas hojas. En esos casos, nuestros paisanos dicen que la helada “ha quemado” las plantas. Al congelarse el agua que se encuentra dentro de cada célula, se forma un hielo de tamaño mayor al del líquido, lo que causa la rotura de la membrana externa y la consecuente muerte de la célula. Esto se puede experimentar poniendo a congelar una botella llena de agua. Al congelarse, el agua aumenta su volumen, reventando el envase. Una persona expuesta a temperaturas muy bajas, puede sufrir congelamiento de orejas, dedos o nariz, lo que provocará amputaciones para retirar el tejido muerto.
En las amplias planicies de los salitrales, el calor del suelo se escapa muy fácilmente durante las noches, causando temperaturas bajas al amanecer, incluso en Verano. Los árboles proporcionan un techo protector que impide la fuga del calor de la tierra. Las plantas de los desiertos salinos están preparadas para soportar los extremos climáticos. El jume, por ejemplo, soporta bien las durísimas heladas.
Es notable cómo los animales están capacitados para aguantar los fríos invernales. Las aves se recogen en sus nidos o erizan las plumas para mantener el calor corporal. Los mamíferos se valen de su pelaje para sobrellevar el frío, muchos de ellos sin mostrar ningún comportamiento distinto entre los días cálidos y los días fríos. Algunos de ellos se agrupan para compartir el calor que irradian sus cuerpos.
El hombre de campo debe vivir trabajando, con frío igual que con calor. Entonces, para el Invierno se abriga bien y encara las tareas. Cuando hay que regar campos por inundación, acuciados por la urgencia del turno para uso del agua del canal público de riego, los agricultores hunden sus pies en el frío barro, como si fuese cualquier otra estación del año.
En la época de frío se come locro para degustar una comida criolla fuerte; se duerme poco o nada a la siesta, para aprovechar las pocas horas de luz diurna. Una parte de la larga noche puede ser aprovechada para reunirse alrededor de un buen fogón, calentado con la conversación, los recuerdos compartidos, los relatos de aparecidos y algunos juegos de mesa.
El televisor está entrando en las casas rurales, con el consecuente cambio en la vida cotidiana. Es muy posible que “los changos” se interesen más en un programa de televisión que en la tertulia familiar. Donde hay señal para la telefonía celular, la gente usa el teléfono móvil, que es muy útil si es bien usado. La cocina a gas envasado reemplaza en parte al tradicional fogón a leña; la luz eléctrica permite estirar el tiempo de actividad nocturna, dejando poco a poco el hábito de “acostarse con las gallinas”, como se dice para significar que alguien se va a dormir apenas ha entrado el Sol.
Con ciertas variantes, los ciclos naturales de las cuatro estaciones se cumplen. La vida del ser humano va cambiando individualmente y en forma colectiva. Los tradicionalistas procuran mantener vivos los buenos hábitos, mientras que por otro lado hay quienes se interesan por mudar todo, sin preocuparse demasiado por las consecuencias de tales cambios.
Llegó el Invierno. Es época de frío y de cambios en la vida. Debemos adaptarnos a tales cambios, apoyando los que signifiquen algo bueno para el bienestar general y evitando los cambios nocivos.
La lengua quichua se encuentra en estado de efervescencia, con varios emprendimientos y publicaciones. Si alguien quiere aprender quichua, tiene para elegir entre las variadas ofertas, que van desde el quichua santiagueño con la signografía que utilizaba el Profesor Domingo Bravo, hasta emprendimientos académicos con sede en el Perú, con signografías que utilizaban los primeros españoles estudiosos de la lengua del Tahuantinsuyu.
El desembarco peruano en Santiago del Estero de fines del Siglo XX trajo un Invierno a la lengua quichua, con un cambio de posibilidades. Luego de un lapso en el que la Universidad Nacional parecía haber desistido de la enseñanza de quichua, reinauguró la enseñanza de la lengua con Profesores de la Asociación de Investigadores en Lengua Quechua, con sede en Tucumán.
En nuestra ciudad, en La Banda y otros lugares de la provincia, hay emprendimientos para la enseñanza del quichua santiagueño, muchos de ellos de existencia efímera o de actividad discontinua. En la ciudad de Buenos Aires hay distintos grupos de estudio de la lengua quichua y del quechua. En la Provincia de Buenos Aires, tenemos hablantes de la lengua quichua que están haciendo programas de radio, en los que hay canto y diálogo quichua entre santiagueños.
Todo esto despierta la inquietud de personas bienintencionadas, que quieren aprender quichua. El aprendizaje por parte de los adultos es muy necesario, pues no son muchos los quichuistas que enseñan a sus hijos. Seguimos con el argumento de que hasta hace décadas el quichua era prohibido. Debemos revisar si estamos autoreprimidos o si hay una callada condena social contra la lengua quichua.
Tenemos que tratar de quichuizarnos, de santiagueñizar Santiago del Estero y luego tratar de quichuizar al mundo. Deberíamos unirnos bajo el quichua, por que ha llegado el Invierno y precisamos compartir el calor para que las células quichuistas no sean tojiachisckas (reventadas) por la indiferencia y la desunión nuestras, lo que favorecería el avance de otras lenguas sobre la nuestra.
25 de Junio de 2.013.