Santiago del Estero debe cultivar la cultura quichua. Eso no significa que debamos aislarnos ni diferenciarnos de nuestro país. Todo lo contrario, para afianzarnos en nuestra condición de argentinos, criollos, descendientes de distintas vertientes culturales pero afincados en este suelo que nos ha ganado el corazón, debemos asumir que somos de esta tierra.
La cultura quichua, por su propio nombre, Quichua y no ‘Runa simi o Quechua, nos está dando una idea local santiagueña o regional, del Noroeste Argentino. Nuestro paisano quichuista santiagueño heredó, por una parte, algo de la cultura incaica que ordenaba no robar, no mentir y no ser perezoso (Ama súa, ama llulla, ama ckella) y un gran respeto por el prójimo, especialmente por el visitante; por otra parte, heredó la cultura del conquistador español, que llegaba cargado de nostalgias por la lejana tierra natal y se aliviaba cantando.
Tanto en el hombre americano como en el español hay una larga historia de sumisión a reyes, emperadores y grupos cercanos a los monarcas, también una historia de guerras y rebeldía. En ambos hay un antiguo gusto por escuchar relatos de hechos reales o míticos, los que repite fielmente o “mejorándolos” con sus propias ideas.
En nuestra provincia tenemos para recordar casos de gobiernos extendidos asombrosamente en el tiempo, reinando sobre un pueblo acostumbrado, resignado a seguir así y en parte temeroso de lo que podría ocurrir si se diese el cambio de encumbrados. Se ha visto la rebeldía de los pueblos originarios, a los que combatieron primero los españoles y luego los criollos. También se ha visto la rebeldía del santiagueño en las luchas por la autonomía provincial y en muchos otros momentos históricos posteriores.
En parte igual que muchos otros provincianos del mundo, el santiagueño es culturalmente localista, especialmente el de la extensa campaña, sin dejar por ello de estar atento a las novedades del mundo, las que habitualmente llegan a Santiago desde Buenos Aires. En contrapartida, nos gusta que personas reconocidas a nivel nacional sean para el santiagueño parte de lo cotidiano. Especialmente cuando vienen muchos visitantes en el mes de Julio, los santiagueños nos sentimos orgullosos al comentarles que uno de sus admirados es vecino nuestro o que justamente pasa caminando cerca en ese momento.
A raíz de ese roce cotidiano, por momentos ignoramos el gran mérito de nuestros vecinos que hacen Patria desde las distintas actividades culturales y llegamos a adherir inconscientemente al dicho: “¡Qué va a ser artista ése, si vive cerca de mi casa!”
Aquí nomás, cerca de la plaza del centro de la ciudad, vivía un joven maestro que además era músico, como varios integrantes de su familia y como muchos habitantes de Santiago. Hasta ahí, era como un vecino más, pero este vecino recorrió la provincia conociendo la música tradicional, sus intérpretes y bailarines, formó su Conjunto de Arte Nativo y con él se dedicó a difundir la música folclórica de su propia inspiración y la que fue recopilando en sus recorridos por nuestra provincia y otras de la región.
Luchando contra la adversidad y el rechazo de gente que interpretaba nuestra nacionalidad como la de europeos aterrizados en estos pagos, el maestro Andrés Chazarreta persistió hasta conseguir mostrar a los argentinos de las ciudades el arte de los argentinos de los campos y montes. Desde ese comienzo luchador por Don Andrés Chazarreta, el folclore nacional viene avanzando en la cultura nacional, evitando nuestra extranjerización.
El 24 de Abril de 1.960, cuando faltaba poco más de un mes para que cumpliese 84 años de edad, Don Andrés Chazarreta, el Patriarca del Folclore Argentino, falleció en la ciudad de Santiago del Estero.
Otro vecino de nuestra ciudad, descendiente de inmigrantes árabes, pero que se sintió parte del suelo que lo vió nacer, formó un conjunto folclórico con sus hermanos, santiagueños como él. Don Miguel Simón era un muy buen guitarrero; en el conjunto de Los Hermanos Simón, Don Miguel era el bandoneonista. Era un amante de la música, especialmente la música nacional; en su corazón y en su bandoneón sonaba fuerte el tango, la música que representa a nuestro país ante el mundo y que marca todo un desafío para el bandoneonista, pero su compromiso era con el folclore y en los escenarios de todo el país Los Hermanos Simón difundieron el folclore de nuestra provincia con creaciones propias y la interpretación de temas de otros autores.
Don Miguel Simón falleció en Santiago del Estero el 24 de Abril de 1.992.
La figura fundamental de nuestro Alero y el mayor difusor del quichua es Don Sixto Palavecino. Las primeras palabras que pronunció Don Sixto fueron palabras quichuas, y seguramente sus últimas palabras también fueron expresadas en quichua, pues sus pensamientos eran quichuas.
La prédica de Don Sixto para quichuizar al mundo se podría sintetizar en la estrofa “Quichuatacka mana niyqui/ sujcuna saanta ‘rinaan./ Pero ama utula cachunchu,/ ‘ricurichun quiquinlla.” (Yo no pretendo que el quichua/ sobrepase a los demás./ Pero tampoco sea menos,/ debe estar de igual a igual).
No es fácil conseguir en Santiago del Estero gente dispuesta a unirse para aprender, practicar y enseñar la lengua quichua o aunque mas no sea el biligüismo y el criollismo santiagueño. Ya ha ocurrido que Don Sixto y Felipe Corpos estuviesen solos en la radio para hacer la audición radial; ya ha ocurrido que Don Sixto estuviese con una, dos o tres personas solamente en el auditorio; ya ha ocurrido que la mayoría de los intérpretes musicales de un Domingo de Alero no practicasen precisamente el arte criollo santiagueño. Ahora mismo son poquísimas las personas dispuestas a expresarse en quichua en los micrófonos del Alero, y quienes cantan en quichua en nuestra audición lo hacen por que se han esforzado para aprender sin ser quichua hablantes.
Esa gente que persiste e insiste, que quiere aprender y difundir el quichua, es la posibilidad de que se cumpla el anhelo de enviar el quichua al mundo de algún modo, que bien puede ser por los archivos sonoros de esta página y por otros medios. Esa gente es la que puede sacar al quichuista de su silencio.
El 24 de Abril de 2.009 falleció Don Sixto Palavecino. Su exhortación para seguir la huella no es un pedido difícil ni una carga pesada si ponemos buena voluntad y corazón.
Don Andrés Chazarreta, siendo hombre de la ciudad, recopiló la música y el canto de los paisanos, incluyendo el quichua por ser parte de la cultura santiagueña. Don Miguel Simón con sus hermanos difundió Santiago del Estero por todo el país, incluyendo canto quichua. Don Sixto Palavecino nos invita a seguir la huella. La huella ha sido trazada y mantenida abierta por estos grandes hombres y muchas otras figuras conocidas y no tan conocidas de nuestro quehacer nativo.
Nuestra mejor evocación y homenaje para ellos es no apartarnos de esa huella. La cultura quichua nos roza cada día e insiste para entrar en nuestras convicciones. Permitamos que esto ocurra, para quichuizarnos y practicar el repetido Ama Súa, Ama Llulla, Ama Ckella.
23 de Abril de 2.013.