Es interesante observar una construcción. Tal construcción puede ser un nido, una madriguera, una casa, un edificio o un emprendimiento inmaterial.
Las aves construyen su nido poco a poco, ramita por ramita. Por ejemplo, los pájaros, primero eligen el lugar donde van a hacer su nido, que puede ser en un árbol, en un poste, en un muro o en una caverna; después comienzan a escoger y recoger las ramitas que irán entrelazando para dar forma al nido. Después de varios días y muchos vuelos, el nido tendrá el aspecto esperado, y seguirán los detalles, como hacer el lecho para los hijos, que debe ser suave y mullido; para ello utilizarán plumón que la pareja constructora saca de sí misma, o algodón, o tela de araña, u otros materiales suaves que procuran afanosamente por todos los lugares accesibles.
Cuando el nido está pronto, la hembra aova en él y la pareja de avecitas se dedica a empollar para que de los huevitos incubados nazca su descendencia, la que continuará viviendo en el nido hasta fortalecer las alas y emprender su propio vuelo por la vida.
El hornero hace su nido de barro, bien cerrado, similar a los hornos en que las familias campesinas hacen pan. Adentro, el lecho es similar a los otros por la suavidad.
Las aves corredoras, algunas zancudas y otras, acostumbran hacer el nido en el suelo; muchos de ellos son bastante simples pero todos tienen un trabajo que lleva tiempo. Algunos pingüinos cavan en el suelo y hacen el nido de plumas dentro de una cuevita; los que viven en región polar suelen usar sus propias patas como lecho para los huevos y los recién nacidos.
Los diferentes mamíferos hacen sus madrigueras en distintos lugares, incluso en árboles, cual nidos de aves. Hay madrigueras de mamíferos que son muy elaboradas. Las madrigueras tienen en común la búsqueda de seguridad y suavidad para las crías, además del trabajo que significa la construcción del lugar donde nacerá la descendencia.
Diversos reptiles, peces, batracios e invertebrados también construyen distintos tipos de nidos para sus huevos y cría, aunque en forma rudimentaria, pero en todos los casos hay esfuerzo y dedicación.
La construcción de una casa puede ser simple o muy complicada. Las viviendas de los humanos más antiguos eran simples refugios de paso, consistentes en cavernas, reparos bajo los árboles, encima de los mismos o al pie de una barranca. Con el paso de las generaciones, tal vez imitando a los otros seres, comenzó a idear y construir casas desde lo más sencillo, de ramas o de cueros, para evolucionar hacia chozas, toldos, ranchos y luego las casas de piedras o ladrillos. Las casas modernas y especialmente los grandes edificios actuales son sorprendentes por su complejidad, por su tamaño, alturas que en algunos casos están próximas al kilómetro desde el suelo, sistemas de transporte interno y servicios que aún nos parecen del futuro.
El nido, la cueva, la madriguera, el rancho, la casa o el edificio, tienen la finalidad de brindar seguridad y bienestar a sus ocupantes. Cada una de esas viviendas ha sido construida para un determinado tipo de habitantes y con la finalidad de asegurar la continuidad de la especie.
Se han visto casos de catas (cotorras) que en una tarde previa a una tormenta de Verano, parecían discutir malhumoradas y en un rato desarmaron el nido comunitario, el que había sido construido durante semanas de vuelos acarreando e instalando ramas.
Un nido o madriguera puede ser blanco del ataque de los predadores naturales que en poco tiempo pueden destruir lo que ha sido construido con tiempo y esfuerzo. También hay tormentas devastadoras que destruyen las construcciones que no tienen la fortaleza suficiente.
Las casas y edificios de los humanos suelen derrumbarse cuando llegan al final de su vida útil, situación con riesgo para los habitantes o transeúntes. Los animales suelen dejar la madriguera o nido y armar nuevo hogar antes de tener los problemas propios del desgaste. Los humanos desarman o demuelen las casas y edificios que ya no son seguros. El desarmado o demolición lleva mucho tiempo y esfuerzo. Hay también demoliciones con explosivos, las que dan como resultado la rápida caída del edificio, con mucho ruido y en medio de una enorme polvareda.
Los nidos de ciertos pájaros pueden ser invadidos por especies que tienen la particularidad de no ocuparse de su cría. En nuestra región el caso notable es el del tordo, que entra al nido de otros pájaros, retira los huevos de los “dueños de casa” y pone los suyos. Los pajaritos invadidos parecen no percibir lo ocurrido, siguen empollando y después alimentan y cuidan a los torditos, los que al crecer se unirán a los otros tordos.
Así también algunas casas de los humanos suelen ser invadidas o usurpadas, sobre todo las que son construidas con dineros públicos, cuando el adjudicatario no la habita y otras personas deciden apoderarse del bien público que fuera adjudicado a quien demoró en ocuparlo.
Las construcciones en la vida de una persona o de una comunidad no siempre son materiales como una casa, un nido, una madriguera o un edificio. Las más importantes construcciones humanas suelen ser los proyectos que procuran el bien común. Dependiendo de los componentes que van a formar parte de la construcción, del tamaño del proyecto y de otros factores, vamos a ver construcciones culturales que pronto alcanzan el techo deseado, otras que no lo consiguen, otras que llevan mucho tiempo para llegar al objetivo y otras que a medida que pasa el tiempo van aumentando el tamaño, en permanente crecimiento.
El caso específico de nuestro Alero Quichua Santiagueño, es el de una construcción cultural destinada a ser casa segura para la lengua quichua y para las tradiciones de nuestro pago criollo. Los emprendimientos de esta naturaleza, sin fines de lucro y con objetivos intangibles, corren los mismos riesgos que las construcciones de nuestros bosques.
Una construcción cultural puede ser abandonada por desaliento o desgaste de sus constructores y ocupantes, o por desaparición física de los mismos. Es un triste final que se puede prevenir con la incorporación de nueva gente, lo que debe ser permanente.
La construcción que fuera levantada durante años, puede ser invadida por mentalidades ajenas, con objetivos distintos a los que forman la estructura del proyecto. Hay que estar atentos ante las posibles desnaturalizaciones del proyecto, pues cuando una construcción se tuerce, se inclina y luego cae.
Hay que evitar que arranques de mal humor como el de las catas antes de una tormenta lleven a los participantes de una construcción cultural a desmantelarla con unos cuantos picotazos de furia.
Un ataque externo frontal suele fortalecer al proyecto cultural atacado, si el mismo está bien estructurado.
Los mayores peligros para una construcción cultural suelen ocurrir de adentro para afuera, como cuando una casa de madera se llena de termitas y se debilita por dentro, o cuando las abejas guardianas se descuidan y dejan entrar en la colmena a los invasores.
El exitismo, el “modismo”, el egoísmo y la falta de observación de los verdaderos objetivos fundacionales suelen derrumbar bellas construcciones culturales. Cada día debemos revisar los cimientos, techo y columnas de nuestro proyecto construido con el esfuerzo de mucha gente.
El techo cobijador de nuestro Alero Quichua Santiagueño está marcado por las tradiciones criollas, con el quichua santiagueño como principal horcón.
Los edificios se construyen y sostienen con cemento, hierro y arena. El Alero Quichua Santiagueño debe mantener intactos sus elementos de sostén: Ama súa, ama llulla, ama ckella (No robar, no mentir, no tener pereza).
26 de Febrero de 2.013.