¿Se puede festejar con mortadela? Claro que sí; cuando la mortadela es la única opción por un bolsillo muy limitado, o cuando tal fiambre es lo mejor que está disponible, o por simple gusto.
La mortadela es el embutido más barato que se conoce en nuestros pagos. Unas rodajas de mortadela con pan salvan del hambre con poco dinero en la vida urbana. Para muchos paisanos nuestros, una taza de mate cocido acompañado con mortadela y pan representa una comida completa en ciertas circunstancias.
La picada de media mañana de los obreros puede ser acompañada con alguna bebida sin alcohol o una taza de café. La picada de entrecasa puede acompañarse con un poco de vino, preferentemente tinto, que parece tener una relación de sabor con la mortadela.
La mortadela es originaria de Italia y se hizo popular en nuestro continente en el Siglo XX, con la llegada masiva de inmigrantes. Parece ser que la mortadela ha sido ideada hace varios siglos. El nombre podría deberse a que en sus orígenes, la carne de cerdo que se utiliza para su fabricación era molida en mortero (mortaio). Otra explicación del origen del nombre de este embutido estaría relacionada con los condimentos que se usaron en los comienzos.
Su nombre ha dado lugar a la picardía criolla, con la inclusión de la palabra mortadela en algunos dichos. Uno de ellos: “Tirarse a mortadela” equivale a “tirarse a muerto”, que significa no hacer nada, no ayudar, como si fingiese estar muerto para no participar de la lucha que fuese.
Quien pretende comer un poco y gastar poquito, compra apenas unos gramos de mortadela en rodajas. Nuestra gente del campo suele comprar piezas enteras en la ciudad, para compartir en el desayuno, a media mañana o por las tardes. También forma parte del avío cuando va a trabajar lejos, en medio del monte o en otros campos, o para viajes.
En el centro de Santiago del Estero está el Mercado Armonía. Es habitual ver gente del campo o de la ciudad compartiendo comidas rápidas y bebidas conversadas en calma. Para ello hay distintos puestos donde se puede comer milanesas “de carne” (de bovino), de pollo o de bagre. También hay ensalada de pata, tamal, empanada, pastel y otras delicias para almorzar o simplemente pasar un rato de conversación sentados a una mesa o a un mostrador. Si en el Mercado Armonía se vendía mortadela para comer en el momento, debe de haber sido hace bastante tiempo. En las fiambrerías del mercado, la mortadela se compra para llevar, igual que en los almacenes de barrio.
En un ámbito bastante distinto al de nuestra ciudad, hay un mercado cuya principal atracción es el sandwich (emparedado) de mortadela: El Mercado Municipal de la ciudad de São Paulo, Brasil.
La influencia italiana se hace notar en varios aspectos cotidianos de la gran ciudad. Uno de ellos es el gusto por comer sandwiches de mortadela del “Mercadão”.
Similar a nuestro Mercado Armonía en muchos aspectos, el Mercadão (aumentativo de Mercado) tiene puestos de venta de frutas y verduras de todo Brasil y de países vecinos. Hay carnicerías, pescaderías, panaderías y comedores. Cuando uno va al Mercado Municipal de São Paulo, no puede dejar pasar la visita sin probar el sandwich de mortadela, particularmente abundante y sabroso.
Este mercado tiene varios motivos para ser visitado, además de la gastronomía variada y novedosa. Su arquitectura similar a la de las antiguas casas del centro de Santiago tiene el detalle espectacular de los vitrales en los grandes ventanales.
Cuando fue inaugurado, el 25 de Enero de 1.913, estaba pensado para ser un centro de aprovisionamiento para minoristas, como los que llamamos mercado de abasto. Con los años, el Mercadão pasó a tener como principal actividad la venta de comidas. Dicen las estadísticas que más de la mitad de los visitantes de este mercado son extranjeros o de otros estados. Esta semana, el Mercadão festejará sus cien años de existencia con espectáculos musicales.
El mismo día, en el Vale do Anhangabaú, pleno centro de la ciudad, São Paulo festejará sus 459 años, pues el Colegio São Paulo ha sido fundado el 25 de Enero de 1.552 por los jesuitas José de Anchieta y Manoel da Nóbrega. La fiesta de la ciudad se basará en espectáculos musicales. Por otra parte, en Bela Vista, barrio de inmigrantes italianos, cumplirán con la tradición de repartir una torta cuya longitud es igual en metros a la cantidad de años que cumple la ciudad; este año será una torta de 459 metros de longitud, la que será liberada al público al son de un silbato al mediodía, después de cantar todos en honor al cumpleaños paulista.
Nuestros pueblos sudamericanos gustan de la fiesta, de la celebración, de compartir buenos momentos. Tenemos muchas similitudes: La ciudad de São Paulo cumple la misma cantidad de años que Santiago del Estero, solo que seis meses después. El Mercado Armonía cumplirá setenta y siete años el 15 de Febrero.
El paso de los años y las circunstancias de la vida van mudando las costumbres de los pueblos. La llegada de gente invasora o invitada modifica las tradiciones y el habla en las distintas regiones. En Brasil son muy comunes los nombres de lugar en lengua tupí – guaraní, aunque los idiomas originarios son hablados por un bajísimo porcentaje de la población nacional.
Hay nombres que nos hacen pensar en una posible relación entre esta parte de América del Sur y el Tahuantinsuyu. Uno de ellos es Tucumã, ciudad del estado de Pará. Este nombre se pronuncia muy parecido al de la provincia argentina Tucumán.
El origen de la palabra Tucumán aún es incierto. Suena a quichua, suena a cacán, suena a lule; seguramente los estudiosos han de llegar a una conclusión alguna vez. Bien al norte dentro de América del Sur, la palabra Tucumã corresponde a la lengua tupí – guaraní, significa “fruto de planta espinosa”, lo que define a la palmera que lleva ese nombre y por ser abundante en la región, es el nombre de la ciudad de Tucumã, en el estado brasilero de Pará.
Un camino precolombino llamado Peabirú unía ambas costas del continente a la altura del Perú (¿Birú?) y de la actual São Paulo. En idioma tupí, Peabirú significaría camino de grama aplastada, pasto aplastado. Es posible que hayan existido muchos caminos de estas características más al Norte y al Sur también, lo que indicaría una comunicación fluida entre los pueblos originarios.
Hoy solo quedan vestigios de esos caminos. En todo el continente hay nombres de lugar cuyo origen no está claro. Las costumbres van cambiando y los idiomas se van perdiendo.
Nuestras buenas costumbres criollas deben afianzarse para no perderlas. El quichua santiagueño debe ser cuidado mediante el uso consciente y con el deseo de preservarlo, estando atentos para enriquecerlo sin desnaturalizarlo.
No es tarea fácil preservar el idioma y las tradiciones del pago, pero es una tarea muy agradable. Tenemos que ocuparnos, en vez de “tirarnos a mortadela”.
22 de Enero de 2.013.