“¡Ah, tiempos, si era un orgullo ver jinetear un paisano!” decía el nostálgico Gaucho Martín Fierro al describir la doma del caballo entre las tareas propias de las estancias. Antes había dicho: “Y en las playas corcoviando/ pedazos se hacía el sotreta,/ mientras él por las paletas/ le jugaba las lloronas,/ y al ruido de las caronas/ salía haciéndose gambetas.”
El caballo busca librarse del jinete y para ello corcovea, da vueltas, hace gambetas; por eso el gaucho concluye en que el animal es un sotreta, un pícaro, un rebelde, y le clava las espuelas, a las que llama “lloronas”, posiblemente por el ruido que hacen al caminar con ellas puestas. Estas espuelas son las de rodajas con varias puntas, llamadas “nazarenas” por que el aspecto de las rodajas recuerdan a la corona de espinas con que se representa al Cristo martirizado. Carona es una pieza grande de cuero que forma parte del conjunto de montar llamado recado.
Las espuelas, para azuzar al montado, se usan desde hace muchos siglos en Europa. Los caballeros usaban una pequeña púa metálica en el talón de la bota de su armadura. Algunas eran de dos púas, llamadas “acicate”. Los términos “espolear” o “acicatear”, que se utilizan como sinónimo de alentar, impulsar, infundir ánimos, son inspirados en los distintos tipos de espuelas.
La relación del ser humano con los otros seres vivos es constante y muy variada. En el caso de los animales, algunos son considerados peligrosos para el humano o nocivos para sus intereses; otros son vistos con simpatía y han sido domesticados con diversos fines.
En las diferentes culturas, los animales fueron usados primero como alimento, luego algunos fueron adiestrados para ayudar en las cacerías, otros para transporte, muchos animales fueron capturados y usados para diversión y, más recientemente, para experimentos científicos.
La cacería es una de las prácticas más antiguas, junto con la pesca. Hace siglos y siglos, el hombre comenzó a valerse de animales para conseguir carne con qué alimentar a los suyos. El cormorán, “pariente” de nuestro ochogho, es un gran pescador que suele “trabajar” para humanos en mares asiáticos. Halcones, perros y caballos son auxiliares milenarios de los cazadores.
También hace milenios surgió la tauromaquia (deriva del griego y significa “luchar con toros”), que evolucionó hasta lo que conocemos como “corridas de toros”. Los toreros, a pie o a caballo, lidian con los toros usando pica, banderillas, espada, muleta o capa. En algunos países la culminación del espectáculo es la muerte del toro por una profunda estocada.
El circo romano es la primera referencia que recibimos en cuanto a este tipo de espectáculos, aunque las prácticas acrobáticas se remontan a mucho antes y diversos lugares del mundo. El circo contemporáneo presenta una mezcla de espectáculos cómicos o acrobáticos y destrezas varias con el uso de animales domésticos criados para eso o feroces mantenidos en cautiverio.
Respecto a los experimentos con animales, recordemos que ya hubo perros lanzados en paracaídas desde un avión en vuelo, perros buceando, delfines adiestrados para llevar distintos tipos de cargas, etc. A fines de 1.957 se hizo mundialmente famosa la perra Laika, recogida de las calles de Moscú para llegar a convertirse en el primer ser vivo que hizo un vuelo orbital y el primer can muerto en el espacio.
Desde hace bastante tiempo, en los laboratorios se experimentan nuevas medicinas utilizando animales como paso previo a su aplicación en seres humanos. La aplicación de los químicos y sus efectos provocan una serie de sufrimientos a esos seres inocentes, pero todo vale si es para mejorar las condiciones de vida o prolongar el tiempo vital de los humanos.
Los animales también han sido usados para transporte desde hace milenios. En Asia y África, el camello y el elefante son tradicionalmente utilizados para el transporte de bultos o personas. En Europa y otras regiones del mundo, el caballo, el burro y la mula son los animales de carga o para transporte de personas. Esa práctica se trasladó también a América, por ser los équidos animales más fuertes que las llamas que se utilizaran como animales de carga en el Tahuantinsuyu.
Los caballos son, desde hace milenios, animales domésticos unidos fuertemente al hombre y sus actividades, tanto en el trabajo como en el placer o en la guerra. Desde épocas antiguas y hasta no hace mucho tiempo, uno de los regalos más valiosos para un rey u otra persona poderosa era un buen caballo. En caso de combate, se considera que un soldado montado vale por diez de pie a tierra.
El caballo pone fuerza, proporciona seguridad y es una buena compañía. En las inmensidades de nuestro país en gestación, el caballo acompañó al gaucho en las patriadas de lanza o de arado. “La Patria se hizo a caballo” es el lema de clubes hípicos, agrupaciones gauchas y fuerzas de seguridad montadas. Es tal la integración del humano con el caballo, que acostumbramos decir que andamos “a caballo” o “de a caballo”, similar a cuando caminamos y decimos que andamos “a pie” o “de a pie”, mientras que para otros medios de locomoción, utilizamos la preposición “en” (en carro, en auto, en camión, en avión, en barco…).
La admiración que expresaba El Gaucho Martín Fierro es un reflejo del gusto que siente mucha gente por espectáculos donde se manifiesta la habilidad del humano para doblegar o adiestrar animales. Desde hace siglos existen las corridas de toros, las riñas de gallos, las carreras de perros, las competencias y exhibiciones de hipismo, las carreras de caballos en hipódromos o cuadreras, etc.
En los Estados Unidos y países que incorporaron parte de su cultura, un espectáculo muy apreciado es el rodeo, que consiste en la demostración de habilidades por parte de peones rurales compitiendo entre sí. En esos rodeos demuestran habilidades ecuestres (de equs, caballo), enlazan novillos y jinetean vacunos de gran porte.
En nuestro país tenemos los encuentros de jineteada de caballos llamados “festivales de doma”, en los que jinetes expertos compiten entre sí montando equinos briosos, algunos de ellos famosos por no haber sido vencidos nunca. Hay todo un movimiento alrededor de las jineteadas, con revistas especializadas, payadores, relatores, servicios de transporte, cuidadores y jinetes, por nombrar algunos de los componentes de tal actividad.
Desde hace unas décadas, en la ciudad cordobesa de Jesús María, cada mes de Enero celebran el Festival Nacional de Doma y Folklore, el mayor espectáculo de jineteadas en nuestro país. Hay un escenario donde se presentan números artísticos, algunos de los cuales son folclóricos y dentro de este rubro suele haber uno que otro tradicional. En el campo de la doma los gauchos compiten entre sí, arriesgando su vida sobre el lomo del animal.
Hace pocos días, en el festival de Jesús María, una yegua murió descogotada, lo que desató una oleada de fuertes críticas contra las jineteadas y toda práctica que signifique maltrato a los animales, seres inocentes que no pueden elegir entre participar o no de la diversión humana.
La Patria se hizo a caballo y su jinete era el gaucho. Nuestro ícono gauchesco es Martín Fierro, el que al volver de las tolderías nos cuenta cómo es que el pampa conseguía tener buenos caballos: “Pa quitarle las cosquillas/ con cuidao lo manosea;/ horas enteras emplea/ y por fin sólo lo deja/ cuando agacha las orejas/ y ya el potro ni cocea.”
Con cierta admiración, agrega: “Jamás le sacude un golpe,/ por que lo trata al bagual/ con paciencia sin igual;/ al domarlo no le pega,/ hasta que al fin se le entrega/ ya dócil el animal.”
El viejo gaucho, experimentado y sabio, en su Vuelta nos aconseja: “Ansí, todo el que procure/ tener un pingo modelo,/ lo ha de cuidar con desvelo/ y debe impedir también/ el que de golpes le den/ o tironeen en el suelo.”
En una de ésas, el festival de Jesús María podría revisarse y reformularse. Ya se ha modificado en el escenario, bien podría modificarse en el campo de la doma también.
09 de Enero de 2.013.