“Hay una sed en Santiago, que no la calman dos ríos…” La chacarera Santiago Late en mis Venas, de Juan Carlos Carabajal, tiene esta afirmación, que puede entenderse de diversos modos. Un pueblo, que bien puede ser Santiago del Estero u otro, tiene distintos tipos de sed. Esa sed puede ser causada por la falta de agua o, en sentido figurado, puede deberse a insatisfacciones de diversa índole.
El ser humano civilizado ha venido intentando satisfacer sus necesidades desde que apareció en la faz de la Tierra, y lucha por hacer valer sus derechos desde un poco después. Esa lucha por los derechos individuales es más necesaria cuando el humano vive en comunidad.
Una comunidad es un conjunto mas o menos numeroso de seres de la misma especie compartiendo algo. Están unidos por algo en común. Una comunidad puede ser una aldea, un barrio, una ciudad, un país, un conglomerado de países, un grupo de gente que comparte una idea o un proyecto y se unen para impulsar tal idea o proyecto. Gracias a los modernos medios de comunicación, una comunidad puede estar formada por gente que físicamente no está junta o cercana.
Hay comunidades que existen únicamente por Internet, como si estuviesen reemplazando o complementando a los grupos de radioaficionados que comparten un interés determinado y se ponen de acuerdo para estar comunicados entre sí y llevar adelante el anhelo que les es común.
Hay comunidades que están formadas por gente que se reúne físicamente y también por gente que aprovecha los medios de comunicación para compartir el proyecto de la comunidad. Según las circunstancias personales de cada integrante de la comunidad, puede alternar su participación concurriendo a las reuniones o comunicándose desde la distancia por medio de teléfono o de correo electrónico.
Un caso de comunidad cultural que reúne sus integrantes físicamente y por los medios de comunicación, es nuestro Alero Quichua Santiagueño. Cada Domingo, durante casi diez meses por año, hay un grupo de gente amante de la lengua quichua y las tradiciones de Santiago del Estero, que se reúne en Radio Nacional Santiago del Estero para realizar la audición que fuera la primera actividad de esta agrupación nativista. Gracias a las emisoras de radio, al servicio de Internet y al teléfono, hay una gran cantidad de oyentes que durante las casi dos horas que dura la audición, se integra a la comunidad que fuera creada para promover el idioma quichua.
Este grupo se formó en 1.969 con el objetivo de difundir la lengua quichua por la única emisora de radio existente en la provincia por aquellos años. Poco a poco fueron adhiriendo al grupo inicial otras personas con el mismo interés, ampliando esa comunidad.
Entre los objetivos que se propusieron de común acuerdo, estaba el de evitar las injusticias, anhelo que suele ser común a las organizaciones bienintencionadas. Este objetivo se sintetizó en una sentencia quichua: Ama súa, ama llulla, ama ckella, con lo que se impone no aceptar ni practicar el robo, la mentira o la pereza. En una comunidad que se reconoce como tal y se propone obrar en pos de un objetivo, es muy lógico que se promueva la justicia combatiendo cualquier atisbo de las fallas enunciadas.
A lo largo de la historia de la Humanidad, se ha venido comprobando que el sistema de convivencia más justo es la democracia, si de valorizar a las personas se trata. Si perseguimos fines a los que ponemos por encima de la justicia y la moral, hay otros sistemas de convivencia que son los adecuados. Para una comunidad cultural sin fines de lucro, se impone la Democracia como sistema de convivencia.
Por definición, Democracia es el gobierno del pueblo; en este caso, la toma de decisiones por parte de los integrantes de la comunidad. Es necesario que la comunidad esté integrada por gente que tenga como objetivos propios los mismos que fueran enunciados en los principios fundacionales del grupo, pues si no fuese así, estaríamos mintiéndonos al incorporar personas que no siguen el objetivo común, condición necesaria para que la reunión de personas sea una comunidad.
El objetivo del Alero Quichua Santiagueño está contenido en su propio nombre y ampliado en su enunciado quichuista que exhorta a no robar, no mentir y no tener pereza. Es un alero de libre entrada y salida para quienes quieran obrar a favor del quichua santiagueño y no está permitido apropiarse de lo que a uno no le corresponde, se debe actuar con la verdad y no ser reacios a la acción en favor del objetivo.
Además de la audición radial, hay una serie de actividades que propenden a impulsar la lengua quichua que se habla en Santiago del Estero. Hay integrantes de la comunidad del Alero que se ocupan de sostener materialmente la página de Internet, hay quienes mantienen el dinamismo de la página, hay quienes están atentos para satisfacer las inquietudes y consultas de oyentes y visitantes de la página, están los músicos y cantores que se ocupan de sembrar por distintos lugares el canto quichua y tradicional santiagueño en representación del Alero Quichua, e incluso los oyentes y lectores de la página que acercan críticas o sugerencias ayudan a mejorar e impulsar a esta comunidad cultural.
En Santiago del Estero tenemos ríos menores y los dos “grandes” que son el Dulce y el Salado. El primero es el principal tributario de la enorme Laguna de Mar Chiquita y el Salado lleva grandes cantidades de agua al Río Paraná. El caudal de todos los ríos de la provincia o de Argentina es insuficiente cuando la sed de justicia no es satisfecha.
La comunidad del Alero Quichua Santiagueño debe plantearse a diario si en verdad estamos mereciendo este gran nombre. En una de ésas debemos preguntarnos: ¿Estamos unidos por un deseo común de hacer algo a favor de la lengua quichua y de Santiago del Estero? ¿Estamos siendo justos con el objetivo enunciado y con las personas que lo siguen? ¿No estaremos apropiándonos de lo que corresponde a todos? ¿No estaremos mintiendo y defraudando al ideal del Alero Quichua? ¿No será que estamos permaneciendo indiferentes o inactivos ante las injusticias?
Por caudalosos que sean los ríos, seguiremos sedientos si no nos decidimos a cuidar que vayan por el cauce que les corresponde. Debemos evitar que alguien acapare esas aguas, incluso nosotros mismos.
14 de Agosto de 2.012.