“Si no creyera en la locura de la garganta del sinsonte…”, dice una canción cubana. Esa canción se llama La Maza y es una creación de Silvio Rodríguez que ha sido muy difundida por todo el continente. Es importante averiguar a qué se refería el cantor al decir Sinsonte. Consultando el diccionario, descubrimos que ese nombre se origina en la palabra Cenzontle, que en el idioma náhuatl significa Cuatrocientas voces, o Cuatrocientos cantos. Náhuatl era la lengua general del Imperio Azteca.
Cenzontle en tierras mexicanas, sinsonte en la isla de Cuba, vemos que se trata de un pájaro capaz de imitar el canto de los otros. Su nombre científico es Mimus Polyglottos, que equivale a decir Imitador de Muchas Lenguas.
Al leer la descripción de la avecita y ver algunas fotos, nos damos cuenta de que es un pájaro que habita gran parte de nuestro país. Si estamos en el patio de la casa o marchamos por un sendero del campo o del monte, lo veremos comiendo semillas o insectos en el suelo, o frutitas en los árboles. Tal vez lo veamos parado en un poste, erguido y sacando pecho, con la larga cola formando un ángulo recto con el lomo. Sus colores nos recuerdan al típico poncho santiagueño, marrón con guardas blancas y negras. A veces, cuando decide bajar del poste o alambrado donde esté, salta y abre las alas, arqueándolas para descender en trayectoria vertical, como un paracaidista.
El pájaro al que nos referimos es la calandria, cantora de muchas voces. Es una ave mansa y confiada; esa tolerancia se debe a la falta de persecución humana, pues nuestra tradición nos dice que si la atrapamos se dejará morir de hambre en vez de vivir presa.
Leemos que los expedicionarios españoles, al escuchar el canto de este pájaro americano, lo llamaron calandria, al igual que la calandria europea, aunque físicamente no son totalmente parecidas.
La calandria es un pájaro que suele acercarse a las casas, se instala en un poste o en un árbol cercano e interpreta armoniosos y variados cantares. También suele posarse sobre el techo de la casa, cerca del alero. La calandria a veces anda sola y a veces en grupo. También acostumbra rondar los patios amplios de las escuelas en horario de clases, cuando prácticamente no anda nadie.
Gente antigua de nuestro Norte Argentino daba en llamar también Calancha a la calandria, aún sabiendo que era solo una deformación del nombre castellano del imitador americano. Hace unos años, visitó nuestro Alero un ventrílocuo que venía de la zona fronteriza entre Argentina y Bolivia. Este artista viajero mostraba su habilidad con un muñeco cantor al que llamaba Calanchito, en alusión a la capacidad canora de la calandria.
La calandria ha sido inspiradora de músicos y poetas. Jorge Luis Borges menciona a un cuchillero cantor al que llamaban Ño Calandria. Don Isaco Abitbol compuso un hermoso chamamé titulado La Calandria. Entre tanta poesía que inspiró la calandria, reproducimos algunos fragmentos como muestra:
“Un manto gris sobre el ala estría/ y el pecho claro en descubierto deja;/ sobre el ojo una línea, blanca ceja,/ y en su canción es donde empieza el día.” (La Calandria – Juan Burghi).
“¡Oh! Calandria, que brindas con tu canto/ vasto manantial de caudal sonoro./ Por que llevas en el pecho un tesoro/ que me ofreces apenas me levanto.” (Soneto a la calandria – Marino Fabianesi).
“¿Dónde andará con su canto?/ ¿De quién serán sus tonadas?/ Con esta música vuelve/ pero mi voz no la alcanza./ ¡Se me ha vuelto la calandria/ una guitarra con alas!” (De la calandria – Juan Carlos Bustriazo Ortiz).
El autor y cantor santiagueño Héctor Melián compuso la zamba Con Voz de Calandria en homenaje a la capacidad artística de una buena cantora de la zona de Los Núñez.
El Alero Quichua también supo tener su grupo de calandrias cantoras que surgieron de un establecimiento escolar que es motivo de orgullo para los santiagueños. En 1.910 se dispuso la construcción del Colegio del Centenario en un amplio espacio con frente hacia la Avenida Rivadavia, entre Avenida Belgrano y calle Córdoba. Su nombre se debe al aniversario de la Revolución de Mayo de 1.810. El colegio comenzó a funcionar en 1.917 y desde entonces, grandes personalidades de la cultura santiagueña se han formado en sus aulas de enseñanza primaria, secundaria y de algunas carreras del Profesorado Provincial.
Fue en el nivel secundario del Colegio del Centenario donde nació el conjunto Las Calandrias Santiagueñas, integrado por niñas que tenían inquietudes y aptitudes para la música y el canto folclórico. Esto ocurría en 1.972, cuando una Profesora de Música y la alumna Graciela González decidieron formar un conjunto de alumnas que participaría en los concursos intercolegiales. Con Ana Campos y Luisa Galván formaron el trío que daría grandes satisfacciones al folclore santiagueño.
Con Luisa en el bombo, Ana en rasguido de guitarra y Graciela en primera guitarra, el conjunto comenzó a llevar su canto de calandrias a distintos escenarios. Pero no se quedaron solamente con su talento inicial. Concurrían a la casa de Don Fortunato Juárez para que este Maestro del folclore les enseñase canto, armonía de voces e instrumentación. También iban a la casa de Don José Marcelino Ruiz para aprender canto quichua.
Las Calandrias Santiagueñas eran participantes habituales de las audiciones radiales y actuaciones del Alero Quichua Santiagueño. Llegaron a actuar en distintos festivales de nuestra provincia, como el Festival de la Chacarera, el Festival del Tomate (ciudad de Forres) y en otros que ya no se editan. En el Cuarto Festival de los Vidaleros, Las Calandrias Santiagueñas triunfaron como Nueva Expresión. Para este acontecimiento, Don Sixto Palavecino enseñó a las cantoras a acompañarse con caja vidalera.
El conductor del Festival de los Vidaleros era Felipe Corpos. En el blog del músico y cantor Juan Carlos Almada hay una foto de aquel festival, en la misma se puede ver a Don Vicente Salto, Nidia Franicevich, Los Hermanos Mattar, Don Sixto Palavecino, Julio Rodríguez Ledesma, Juan Carlos Almada, Las Calandrias Santiagueñas, Don Fortunato Juárez, Don José Marcelino Ruiz y Don Pedro Silvetti, todos integrantes de nuestro Alero.
Se puede acceder al blog de Juan Carlos Almada en la sección Enlaces de Interés de la página del Alero Quichua, o ir directamente a juancarlosalmadafolklore.blogspot.com
Cantando en los escenarios y medios de difusión, Las Calandrias Santiagueñas llegaron a la grabación mediante un disco promocional y obtuvieron varias distinciones. En 1.976 se disolvió el trío de voces femeninas. Graciela González siguió cantando, tocando la guitarra o teclados en familia y con amigos, entre ellos los Hermanos Juárez. Ana Campos se alejó de los escenarios, posiblemente para radicarse nuevamente en Colonia Dora. Luisa Galván continuó en los escenarios como solista.
Luisa Galván comenzó entonces a pasear su canto vigoroso por los medios de difusión, peñas y festivales de nuestra provincia. Después conquistó escenarios nacionales, llevando el canto santiagueño a los grandes festivales.
En el Alero Quichua Santiagueño estamos dichosos por comprobar una vez más que las calandrias cantan libres por el mundo. Graciela González ha prolongado y potenciado sus sueños musicales en su descendencia, Ana Campos canta en ruedas familiares y la señora cantora Luisa Galván luce su arte por los grandes escenarios.
Las Calandrias Santiagueñas son una presencia agradable en nuestra memoria, así como lo son las calandrias en los patios y campos sudamericanos.
20 de Diciembre de 2.011.