Por Crístian Ramón Verduc
18/10/2011
Ansí me hallaba una noche/ contemplando las estrellas,/ que le parecen más bellas/ cuanto uno es más desgraciao...

“Ansí me hallaba una noche/ contemplando las estrellas,/ que le parecen más bellas/ cuanto uno es más desgraciao;/ y que Dios las haiga criao/ para consolarse en ellas.” Así relata Martín Fierro algo muy significativo: la contemplación de las estrellas es un placer que además trae consuelo. A más de un siglo de escritos los versos del gaucho de las pampas, todos siguen vigentes, como estos que tratan de los sentimientos del paisano para con los astros celestes.

“Les tiene el hombre cariño/ y siempre con alegría/ ve salir Las Tres Marías/ que, si llueve, cuando escampa,/ las estrellas son la guía/ que el gaucho tiene en la pampa.” No solo hay una relación afectiva y de admiración, sino que las estrellas también son útiles para quien anda a campo abierto.

En estos tiempos en que se puede acceder a un navegador satelital, hay grandes posibilidades de andar por espacios amplios sin riesgo de extraviarse. El navegador satelital consiste en un aparato portátil que puede llevarse en la mano o instalarse en un vehículo terrestre, aéreo o acuático. Por un sistema de localización por medio de satélites artificiales que determinan permanentemente la posición del navegador, el usuario puede saber exactamente en qué lugar del planeta se encuentra el aparato, que es un modo de saber su propia posición. Además, puede saber hacia dónde y a qué distancia están los lugares que previamente habrá cargado en la memoria del navegador. El aparatito le indicará también a qué velocidad se está desplazando y el tiempo que tardaría para llegar al lugar hacia donde se dirige si mantiene esa velocidad.

Una ayuda para la orientación bastante anterior al navegador satelital es la brújula, invento de hace varios siglos, en el que se aprovecha el descubrimiento de que una aguja magnetizada y con la posibilidad de girar libremente, ha de marcar siempre la dirección hacia el Polo Norte. Hay quienes atribuyen a los chinos el invento de la brújula, otros opinan que no es así, otras corrientes apuntan que los olmecas, pueblo de América Central, usaba la brújula mucho antes. Es que un mismo descubrimiento o invento puede ocurrir en distintos lugares del planeta sin comunicación entre los inventores. Por otra parte, rara vez un invento es obra de una sola persona.

Básicamente, la brújula sirve para saber dónde están los cuatro puntos cardinales; esa información ayuda mucho en las inmensidades desconocidas, poco conocidas o sin puntos de referencia, como puede ser una navegación marítima, o en los inmensos mares verdes de las pampas, o en las blancas y planas salinas.

Sin navegador satelital y sin brújula, la orientación diurna se logra por la posición del Sol y la nocturna se hace basados en las estrellas. Para eso, el andante tiene que conocer algunos de los astros y saber su ubicación. Por ejemplo, en nuestro hemisferio sabemos que la constelación Cruz del Sur gira alrededor del Polo Sur Celeste y nos sirve para ubicar en el cielo tal punto ideal que está exactamente sobre el Polo Sur. Los conocedores suelen decir que, ubicada la Cruz del Sur, hay que sumar tres veces y media su brazo mayor hacia lo que sería el pie de la cruz, sin importar que el pie esté o no apuntando hacia abajo. El punto adonde se llega en el espacio después de esa prolongación, es aproximadamente el Polo Sur Celeste. Sabiendo dónde está el Sur, ubicamos fácilmente los otros puntos cardinales. Es útil practicar esta maniobra de vez en cuando, como quien mirar las estrellas.

La Astronomía es la ciencia que estudia los astros del cielo, como son las estrellas, los planetas, los satélites naturales, los cometas, los asteroides, los aerolitos, etc. Hubo astrónomos en muchas de las antiguas civilizaciones de los distintos continentes, cada uno aportando nuevos descrubrimientos por la observación del espacio sideral. Actualmente hay telescopios espaciales y sondas que desde el espacio exterior mandan información a la Tierra para que los humanos podamos ir conociendo un poco más de lo existente en las inmensidades que hay más allá de la Luna y el Sol.

Los observatorios meteorológicos terrestres están equipados con telescopios ópticos o electrónicos. Los hay de varias clases, con distintas capacidades y objetivos a cumplir.

En nuestro país, el 24 de Octubre de 1.871 se inauguró el primer observatorio de Astronomía en Córdoba. El Observatorio de Córdoba ha hecho grandes aportes a la ciencia mundial y durante mucho tiempo ha sido el organismo que determinaba la Hora Oficial Argentina.

Por un acuerdo internacional, la Tierra ha sido dividida en veinticuatro husos horarios, que tienen la forma del huso de hilar por que todos se encuentran imaginariamente en los polos y son anchos en la línea del Ecuador. La idea que llevó a este acuerdo era la de convenir una coordinación de la hora oficial de los países de acuerdo con el meridiano central de su huso horario. El momento en que el Sol estuviese perpendicular a la tierra sobre ese meridiano, debería ser el mediodía, la hora 12. Como los meridianos, y por ende los husos, no coinciden con los límites territoriales de los países, se ha pasado a definir mas bien las “zonas horarias”, que tienen una forma irregular pero con un huso horario como referencia.

Cuanto más alejada del Ecuador esté una zona en el planeta, mayor será la variación de la duración del día y de la noche según la época del año, con días muy largos en Verano y noches larguísimas en Invierno. Estas variaciones de la luz solar motivaría a que muchas actividades deban mudar sus horarios según la época del año para un mejor aprovechamiento de la luz solar. Acorde con la mentalidad dominante en el mundo que conocemos, se ha ido extendiendo la costumbre de que se adelante la hora oficial durante el Verano para volver a la normalidad durante el resto del año.

Cuando nuestro país adhirió a la costumbre del Horario de Verano y luego la dejó, tal Horario de Verano quedó como Hora Oficial para todo el año, por eso tenemos mañanas breves y tardes largas en las provincias centrales y en las andinas. Ese horario ajeno es el más conveniente para Buenos Aires y basta. Lo que es bueno para Buenos Aires tiene que ser bueno para todo el país. Para grupos económicos que tienen oficinas en Buenos Aires, Montevideo y São Paulo, es una ventaja tener la misma hora en todas las sucursales. Además, debe ser agradable ver al pueblo obedeciendo sin preguntar.

El 21 de Octubre de 1.886 murió José Hernández en Buenos Aires, luego de una vida de lucha y reclamos por justicia para el gaucho o, en todo caso, para todos los argentinos. Ya decía por boca de Martín Fierro que el criollo es reacio a masificarse por imposición de los poderosos. Es más inclinado a respetar los tiempos de la Naturaleza, con la cual convive a diario y de la cual depende en gran medida el habitante de las zonas rurales.

José Hernández declara haber conocido esta tierra donde el paisano vivía, que era una delicia el ver cómo pasaba sus días. No nos dice que el gaucho se levantaba a tal o cual hora, sino: “Entonces, cuando el lucero/ brillaba en el cielo santo/ y los gallos con su canto/ nos decían que el día llegaba,/ a la cocina rumbeaba/ el gaucho que era un encanto.” El planeta Venus era su estrella de la mañana, para levantarse antes del amanecer y esperarlo mientras tomaba unos mates.

“Apenas la madrugada/ comenzaba a coloriar/ los pájaros a cantar,/ las gallinas a apearse,/ era cosa de largarse/ cada cual a trabajar.” El hombre de campo no necesita que desde lejos le impongan horarios cuando de sus tareas se trata. En su interacción con empresas privadas u organismos del Estado, se ve obligado a usar un reloj convencional, distinto al habitual que consiste en la posición del Sol, de las estrellas, del lucero de la tarde o el de la mañana.

Los productores lecheros deben hacer la entrega diaria en un horario previamente convenido. En los campos regados por canales, los turnos de provisión de agua se establecen con horarios exactos.

El cielo nos da una idea de lo infinito. Las estrellas y la Luna nos hacen sentir bien contemplándolas, al igual que las nubes, tanto de día como de noche. La inmensidad del espacio sideral y los tiempos solares nos hacen ver con más claridad lo pequeños que somos, sobre todo cuando queremos mentirnos alterando en vano la posición de las agujas del reloj.

18 de Octubre de 2.011.

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