Santiago del Estero, tierra de mitos y leyendas. Ésta es una de las denominaciones preferidas para nuestro querido pago, y es bastante acertada.
Sabemos que un mito es una fantasía, un invento de la gente. Si vamos al diccionario, encontramos más explicaciones: El mito es una narración fabulosa e imaginaria que intenta dar una explicación no racional a la realidad. También es un conjunto de creencias e imágenes idealizadas que se forman alrededor de un personaje o fenómeno y que lo convierten en modelo o prototipo.
Una leyenda es una serie de hechos imaginarios, inventados. En general las leyendas cuentan hechos maravillosos, poco creíbles desde el razonamiento lógico. Hay otros usos para la palabra leyenda, pero en la afirmación referida a nuestra provincia la aplicación correcta es ésta.
Resumiendo y como para decirlo en criollo, sencillo y de alpargatas: Un mito es una mentira y una leyenda es un relato que se basa en mentiras. Suena duro, pero es válido si el aserto es considerado entre personas maduras.
Claro que, si queremos hablar con exactitud, decir que un mito o una leyenda son mentiras puede ser un poco apresurado, sobre todo si pretendemos calificar a la persona que está diciendo el mito o leyenda. Decir que alguien es mentiroso es algo duro, agresivo y puede ser inexacto a pesar de lo que parece inicialmente.
No todas las mentiras responden a una mala intención. Incluso lo que para unos es mentira, para otros es verdad, pues en realidad una mentira es algo contrario a lo que uno cree, sabe o piensa. Si dos personas piensan distinto, uno va a ver un hecho como real y el otro puede verlo como falso.
Además, hay que tener en cuenta que hay distintos tipos de mentiras. En una clasificación simple y básica, nos han enseñado que existe la mentira jocosa, la mentira piadosa y la mentira malintencionada.
La mentira jocosa es generalmente asumida como tal por quien la dice y por quien la escucha, pues forma parte de un caso gracioso, para provocar la risa de quienes escuchan tal mentira. Los cuentos de pescadores suelen ser hilarantes muestras de la capacidad para mentir.
La mentira piadosa tiene por finalidad evitar o demorar un gran dolor a quien la recibe. Un ejemplo es el de la forma como se comunica el fallecimiento de alguien a sus seres queridos, si el deceso se ha producido en forma totalmente imprevista. Generalmente se da la noticia de a poco, comenzando por decir que esa persona no está bien y su vida podría estar en riesgo, aunque el deceso ya se haya producido. Igual, cuando los deudos preguntan si su ser querido sufrió mucho, suele aplicarse la mentira piadosa y decir que no sufrió nada. Hay casos de mentiras piadosas en tal cantidad y variedad que cada uno de nosotros conoce muchos.
La mentira jocosa es aceptada inmediatamente, convalidándola con la risa. La mentira piadosa es justificable, aunque en muchos casos no es aceptada. Hay quienes prefieren la verdad por dura que sea. La piedad es un sentimiento valioso y habría que valorarlo por encima de las mentiras que pueda generar.
La mentira por temor o por dolor es comprensible. Si uno tuviese la capacidad de poder estar en la mente de la persona que mintió bajo presión, tendría pleno derecho a condenarlo. Mientras tanto, hay que ser cautos ante esos casos delicados.
Existen también los mitómanos, que son quienes sufren de compulsión por la mentira. Su mente ejerce poco control sobre sus dichos. Una vez descubierto, el mitómano puede ser tomado como un personaje cómico o desagradable por la sociedad, según el tipo de mentiras que emita y sus consecuencias. La mitomanía puede controlarse con ayuda de profesionales especializados. Lo que es difícil de controlar es la condena social y la estigmatización, por que, como dice un antiguo refrán, en boca del mentiroso lo cierto se hace dudoso.
Si la mentira ha sido proferida con mala intención, para dañar a alguien o para lograr lo que al mentiroso no le corresponde, estamos ante la mentira que hace daño, la que es necesario desterrar de la vida humana. Es difícil tomar la iniciativa en cualquier cruzada contra las mentiras y los mentirosos por que cada humano, mal que mal, ya ha incurrido en algún tipo de mentiras, generalmente mintiéndose piadosamente que no le quedaba otro camino.
Si todo el mundo tiene sus mentiras y mentirillas ¿Por qué precisamente Santiago del Estero ha de ser “la Tierra de Mitos y Leyendas”? ¿Será que nosotros, en lugar de desvendarlas las exaltamos?
Dicen algunos estudiosos de la Historia que muchos de los primeros pobladores españoles de Santiago del Estero eran originarios de regiones vecinas de Andalucía, cuando no de la misma región que antiguamente fue tildada de estar habitada por mentirosos. Pasó a formar parte de la creencia popular española que el andaluz era mentiroso o exagerado en sus afirmaciones. Los conocedores del mundo dicen que en todo lugar hay todo tipo de gente. Claro que habría que tener en cuenta cómo reacciona la mayoría o la mayor parte de un pueblo cuando le es atribuída una característica especial. Suelen decir que si al tonto le dicen que es rápido comienza a correr. No hace falta ser tonto para sugestionarse ante las afirmaciones de los otros. Es posible que esos conquistadores andaluces hayan decidido reírse de su fama, o la hayan tomado como cierta y dado rienda suelta a la creación de todo tipo de fantasías. Es muy posible.
La propia fundación de nuestra ciudad es motivo de controversias entre gente muy respetable. Lo que para unos es verdadero, para los otros es mentira, tanto la fecha fundacional como quién fue el verdadero fundador de la ciudad.
No sabemos mucho sobre los pueblos originarios de nuestra provincia. Apenas si sabemos que el quichua que se afianzó sobre las lenguas preexistentes provenía de los Incas. La exhortación Ama Súa, Ama Llulla, Ama Ckella que repetimos habitualmente, nos hace pensar que en el Tahuantinsuyu era necesario prevenirse contra el robo, la mentira y la pereza, aunque eso reafirma la idea de que en todas partes, y en todo tiempo, hay de todo.
Si nos ponemos a mirar las tradiciones de los distintos pueblos, encontraremos que todos tienen sus mitos y leyendas, sus mentiras individuales y colectivas, aceptadas como tales o tomadas como verdades. Pero nadie se yergue mejor que si lo hace sobre sus propias raíces; por eso, los mitos y leyendas que se afianzaron en Santiago del Estero deben valorarse desde el punto de vista de la conservación de las tradiciones, con su cuota de candor.
Cuando uno está comenzando en la vida, aprende mucho de las fábulas, mitos y leyendas, por que generalmente tienen un trasfondo de enseñanza moral. Cuando uno es adulto, debe evitar confundir la verdad con cualquier tipo de fantasía.
Santiago del Estero cultiva los relatos de aparecidos, mitos y leyendas, como para condimentar las tertulias fogoneras e incentivar la creación poética. En la vida cotidiana es distinto, hay que procurar ser veraces, pues en ello se juega el prestigio de uno.
En realidad, no hay que preocuparse mucho, por que los que mienten son los otros ¿quenó?
03 de Agosto de 2.011.