¿Qué haces, chango. Cómo andas? Es un saludo habitual entre los santiagueños cuando se encuentran, sobre todo si hace tiempo que no se ven. Es conmovedor el encuentro entre dos coterráneos que andan en pagos lejanos. Es posible que en su lugar de origen no se hayan saludado nunca, pero en tierras ajenas es una gran alegría el ver un rostro del pago querido. Entonces surge, inevitable y natural, la pregunta: ¿Qué haces. Cómo andas?
El saludo es un gesto amable y de respeto mutuo. Puede consistir en un ademán con la mano desde la distancia, en una inclinación de cabeza o en una frase predeterminada, o en quitarse el sombrero brevemente. Puede ser también una forma de decir “aquí estoy.”
El bullicioso saludo de los pájaros al sol naciente, parece ser una comunicación entre ellos para avisar que sobrevivieron a los peligros nocturnos. También pueden ser avisos para que no invadan unos los territorios de otros, pero es lindo imaginar que el canto matinal de los pájaros es su saludo para Inti.
Es posible que entre los primeros humanos, el saludo haya sido una identificación entre miembros de un mismo grupo. El saludo nació como una necesidad relacionada con la supervivencia, pero luego evolucionó hasta convertirse en un acto de amabilidad y reflejo de una buena formación cultural.
En las sociedades declaradas monárquicas o similares, hay diferencias sustanciales en los saludos. Por un lado está el simple saludo entre iguales, mientras que los saludos hacia los prójimos que detentan superioridad son gestos de sumisión, generalmente ceremoniosos.
En la vida cotidiana de nuestra sociedad santiagueña, se dan situaciones similares a las de otras comunidades criollas. El primer saludo de la mañana suele ser “Buen día”, que es una contracción de la frase “Que tengas un buen día.” También se dice habitualmente “Buenos días.”
En horas de la tarde, el saludo es “Buenas tardes”, para significar que uno desea para el otro que sus tardes sean buenas, de buen pasar. Lo mismo se aplica para “Buenas noches.” En nuestros pagos, se pasa de “Buenas tardes” para “Buenas noches” según lo que la persona aprecie en la luz natural; lo mismo que para pasar del saludo nocturno al matinal. En ciertas regiones hay una estricta observación de la hora oficial para decidir qué saludo utilizar, por eso no hay que sorprenderse si en otros lugares a uno le desean buenas noches con el sol a la vista, o le dicen Buenos días en plena oscuridad nocturna. Lo importante es la actitud amable.
En muchos casos, el saludo de llegada suele ser un lacónico “hola”. La palabra Hola tendría un origen griego y podría ser una forma antigua para la palabra Salud. Justamente, saludar es desear buena salud al prójimo. El saludo de partida suele ser Chau, o Chao, derivado del saludo italiano “Ciao” (chao), aunque los italianos lo dicen como saludo inicial.
El saludo de partida o en un cruce rápido suele ser “Adiós” como un modo de decir “Anda con Dios.” Generalmente se interpreta a este saludo como el de una partida definitiva, para no verse ni hablarse nunca más, aunque depende del tono con que se diga.
Hay saludos breves consistentes en una pregunta que no espera respuesta: “¿Cómo le va?” “¿Qué tal andas?” o simplemente “¿Qué tal?”
Otra expresión castellana de amabilidad es el agradecimiento por algún favor recibido. Suele decirse “Gracias” o “muchas gracias”, que sería una contracción de la frase “Que Dios te conceda muchas gracias.” Una gracia es un don, un legado.
El quichuista santiagueño suele decir “agradeceyqui”, hibridación de la frase castellana “te agradezco”. Aparentemente, en el idioma quichua no hay una palabra o frase para expresar gratitud por un favor recibido, o si la hubo se perdió igual que muchas otras expresiones.
En cuanto a los saludos, el quichuista santiagueño también muestra interés por su interlocutor cuando por la mañana pregunta: ¿Imaina packarinqui? (¿Cómo has amanecido?), o por la tarde ¿Imaina chisianqui? (¿Cómo has pasado el día?). La respuesta puede ser Ancha alli (muy bien), allillata (bien nomás), chaina chaina (así así, así nomás, mas o menos), mana alli (negación de bien, mal).
¿Imaina purinqui? (¿cómo andas?) es otro saludo común entre nuestros quichuistas. También es habitual entre la gente de Santiago: “¿Qué tal purinqui?” (¿Qué tal andas?).
Otro saludo: “¡Tanto tiempo chincanqui!” cuya intención es la de reclamar por tanto tiempo que la persona estuvo perdida, en el sentido de que estuvo alejada de quien dice la frase.
Un saludo de despedida suele ser “Ckayacama” (hasta mañana), “ckaya minchacama” (hasta mañana o pasado mañana). Un saludo con raíz castellana es “Ratucama” (hasta dentro de un rato).
El saludo, toda una institución para la vida en convivencia, es un gesto que indica buena relación entre las personas. En algunos pueblos del Noreste Argentino, los pobladores están tan acostumbrados a saludar a todos, que el visitante suele sorprenderse al ser saludado sin tener conocidos en el lugar. En algunas ciudades grandes, la gente evita cualquier cruce de palabras con el prójimo, pues un acercamiento puede ser riesgoso. Entonces no saludan ni siquiera a los vecinos, pues no los conocen.
Nuestros paisanos conservan la costumbre de saludarse unos a otros, como una forma de saber cómo anda y qué hace el prójimo. Es una forma de no estar solos o aislados. Todo lo que sirva para el acercamiento y la unión entre la gente, es bueno conservar y fomentar.
Si alguien no responde al saludo, peor para esa persona, pues pierde una oportunidad para mostrar que en su casa recibió una buena educación.
11 de Enero de 2.011.