¿Tarinapajchus? ¿Será alcanzable? “Alcanzaré alguna vez/ aquello que el Yo anhela?/ ¿Será lejos? ¿Cerca acaso?/ Mas puede ocurrir también/ que en ninguna parte sea...”
Uno lee estas reflexiones de Don Vicente Salto y se hace una serie de preguntas. Se cuestiona si las empresas que acomete son realizables o si son simples sueños quiméricos, si lo que uno hace es útil o no, si está bien o si está mal.
Bien o mal, bueno o malo, son conceptos subjetivos. Para evitar que lo bueno de los mas fuertes se imponga para mal de los otros, cada comunidad establece sus normas de convivencia, tratando de lograr un equilibrio justo.
Lo que puede ser muy valioso para alguien, puede ser inútil para otros. Es cuestión de puntos de vista o de intereses prácticos. Un sueño quimérico, como imposible que es, se parece al horizonte por lo inalcanzable. Pero así como la aceptación de las invitaciones del horizonte para intentar visitarlo nos hace recorrer tierras y mares, las quimeras suelen ser el motor que nos impulsa hacia grandes logros que están en el camino que lleva hacia esos sueños que parecen imposibles de concretar.
Ejemplos tenemos de sobra en la vida cotidiana y en los grandes hechos históricos. En 1.845 era prácticamente imposible que jinetes criollos pudiesen vencer a los buques de guerra con los que ingleses y franceses invadían nuestros cursos fluviales. Aún así, los patriotas tendieron una barrera y atacaron a los gringos en La Vuelta de Obligado. No vencieron en esa batalla, pero las consecuencias de tanto heroísmo y obstinación darían sus frutos más adelante, pues las tropas invasoras salieron muy mal de un encuentro que la lógica anunciaba como una fácil victoria para los anglofranceses.
El dibujante Florencio Molina Campos soñaba que el gaucho perdurase en el tiempo tal como él lo había conocido en las pampas bonaerenses y entrerrianas. El progreso cambió en muchos aspectos al gaucho, o redujo tanto sus horizontes que no es el mismo que conoció Molina Campos, pero se perpetuó en los cuadros del genial periodista y dibujante.
Asimismo, un grupo de soñadores, con la sola intención de regocijarse compartiendo la lengua quichua con los oyentes de la radio, inició un movimiento que cuatro décadas después sigue vigente y con proyección internacional.
El fin de semana pasado, unas setenta personas entre radiodifusores, periodistas, músicos y cantores, se reunieron en una ciudad serrana cordobesa para mostrar al mundo que el folclore argentino sigue vivo, es diverso en sus ritmos y en las tonadas de los difusores procedentes de todo el país. Este encuentro maratónico sirvió para reforzar la convicción de que hay que difundir la mayor cantidad posible de autores e intérpretes del folclore argentino, evitando ser arrastrados por las corrientes que imponen los grandes grupos comerciales.
¿Todo esto es útil? Si lo miramos desde la practicidad, desde el materialismo, buscando esa utilidad sinónimo de lucro, podemos decir que estamos ante actividades inútiles, que no hay que soñar con derribar gigantes peligrosos o erguir árboles caídos.
Si marchamos en pos de las quimeras, de las fantasías creadas por la porción de nuestro cerebro que no se desconectó del corazón, tendremos la inmediata satisfacción que nos da la lucha justa. Después de los normales tropiezos y los habituales desengaños, el sueño puede llegar a corporizarse en forma de grandes satisfacciones para muchos. Incluso puede ser materialmente beneficioso, aunque no sea ése el fin buscado.
Puede ser que alcancemos a ver los resultados de nuestros afanes, o no. Este detalle es de importancia relativa, pues los sueños nos vienen del cielo y van hacia allí, adonde pertenecen.
La lucha por sueños quiméricos es nuestra oportunidad para tener alas.
16 de Noviembre de 2.010.