“¡Agosto: mes largo y angosto!” suelen decir nuestros paisanos. Hay muchas creencias relacionadas con el octavo mes del Calendario Gregoriano con el que segmentamos cada año. El nombre del mes ha sido puesto en homenaje al emperador romano Augusto Octavio.
Una creencia muy arraigada es la de que este mes trae problemas de salud. Es una creencia que nos viene de hace muchísimas generaciones.
En Brasil se considera que Agosto es un mes de mala suerte (“Agosto, mês de desgosto”). Se conjura esa mala suerte portando una ramita de ruda en una oreja. Son tradiciones de los antiguos africanos que llegaron a esta parte del mundo esclavizados por los europeos.
La ruda (Ruta graveolens) es un arbusto muy tolerante al suelo seco y al calor. Mide casi un metro de altura, tiene muchas ramas, es abundante en hojas verdes azuladas y da florcitas amarillas. Está en todo nuestro continente y en muchos otros lugares del mundo. Con esas características es natural que esté arraigada en nuestro pago santiagueño.
Las primeras referencias que tenemos de la ruda son milenarias. Sus características son muy interesantes. Sirve como curativo de algunas dolencias y como condimento. Sus fuertes componentes nos dan un alerta, pues algún exceso en su ingesta u otro tipo de aplicación puede ser dañino para nuestro organismo.
El olor de la ruda es fuerte. Tiene algo de agradable o lo contrario, según las preferencias de la gente. A la ruda se la encuentra frecuentemente entre las tradiciones populares, hay una serie de creencias donde el ocultismo y la medicina popular se mezclan. Es así como llegan hasta nuestros días costumbres muy arraigadas, como la de beber un té de ruda en ayunas el primer día de Agosto. Otra costumbre es la de beber té de ruda mezclado con caña. Esa fuerte bebida debe ser la primera del mes. Hay gente que la toma en ayunas por la mañana. También hay quienes se reúnen en la noche final del mes de Julio para esperar la llegada de Agosto y así beber la caña con ruda apenas pasada la medianoche.
La infusión de ruda, sola o acompañada por una bebida fuerte, se toma para ahuyentar la mala suerte, las malas influencias que supuestamente abundan en este octavo mes del año. También se cree que esa tisana va a fortalecer el organismo, que estaría particularmente débil durante todo el mes.
Habría que corroborar con estadísticas, pero hay una creencia generalizada de que en Agosto se producen más muertes por enfermedad. La gente toma el té de ruda para “pasar Agosto”.
En las regiones que recibieron influencia de los antiguos incas y civilizaciones preincaicas, donde se rinde culto a la Pachamama, acostumbran cumplir con un rito en honor a la Tierra Madre el primer día de Agosto. Consiste en el enterramiento de alimentos y bebidas, como una forma de realimentar en la Tierra lo que ella nos brinda, en agradecimiento por los dones recibidos.
Agosto, mes que marca una transición hacia el Sisa Pacha (Tiempo de las Flores) en los montes santiagueños, llega este año con fríos intensos que avanzan desde el Sur. La abundancia de lapachos floridos nos anuncia la Primavera.
Si bien es cierto que este es el mes en que falleció nuestro prócer mayor, el General José de San Martín, que este es el mes en que ocurrió el holocausto de Hiroshima y Nagasaki (Japón), entre otras pérdidas y desgracias, no tenemos por qué sentir ningún temor ni aversión por este lapso del año. Los hechos felices y desgraciados se suceden durante la vida como el fluir de un río, con rápidos, remansos, cascadas, turbulencias y todo tipo de circunstancias, pero nada de ello es atribuible a la fecha y mucho menos al mes que estemos transitando.
Al igual que tantos otros seres vivos con los que compartimos el mundo, la ruda puede parecernos agradable o no; puede gustarnos la infusión de ruda, sola o con una bebida fuerte, o puede no gustarnos. Podemos querer adherir a los ritos en honor a la Pachamama, o dejar que otros hagan sus celebraciones y nosotros no participar. Lo que no podemos permitirnos es coartar nuestra libertad, y mucho menos coartar la libertad del prójimo. Cada uno de nosotros somos dueños de pensar, sentir y hacer lo que mejor nos parezca, siempre y cuando no ofendamos a nadie.
Justamente, tenemos que tomar conciencia respecto a las ofensas que diariamente infligimos a esta Madre Tierra cobijadora, la Pachamama, el planeta Tierra. Todo el basural que producimos cada uno de nosotros, los excesos de consumo que perpetramos, las quemazones con sus estériles mortandades de vegetales y animales de todo tamaño… es triste, pero todos los días estamos cometiendo crímenes contra la casa donde vivimos.
También están las explosiones que provocamos; no solo las explosiones altamente destructivas que tienen por finalidad aterrorizar a los humanos enemigos del humano que lanza los explosivos; también están las pequeñas explosiones que, a razón de miles por minuto, movilizan los vehículos con los que evitamos el tener que caminar o correr para trasladarnos por tierra, agua o aire.
Si alguien propusiera dejar de lado los elementos que nos sirven para facilitar la vida moderna, seguramente no lograría ninguna adhesión, ni siquiera de sí mismo. Es impensable retroceder por propia voluntad hacia un modo de vida salvaje, casi animal. Lo que sí podemos manejar conscientemente es nuestra conducta mientras nos servimos de lo que la Naturaleza y la inventiva humana nos brindan. Debemos evitar los excesos, tomar de la vida solamente lo que necesitamos, dejar de agredirnos entre nosotros, pues en cualquier pelea el campo de batalla y sus alrededores quedan destruídos.
Alegremente esperanzados y con espíritu de humanos solidarios, encaremos Agosto, Septiembre y los otros diez meses del año. La Pachamama se pondrá contenta.
03 de Agosto de 2.010.