Por Crístian Ramón Verduc
06/04/2010

“Moça tan fermosa/ non vi en la frontera/ como una vaquera/ de La Finojosa…” A muchos lectores, este fragmento de una Serranilla del Marqués de Santillana puede recordarles aquel tiempo de la infancia en que los docentes enseñaban piezas literarias, como esta poesía de arte menor. Era parte del estudio de Castellano, el idioma oficial en Argentina. En las serranillas podemos encontrar palabras del idioma castellano del Siglo XV, como moça (moza) o Finojosa (por Hinojosa).

En aquellos años, la palabra que hoy conocemos como hermosa, sonaba fermosa o formosa, y el idioma de los colonizadores españoles era muy parecido al de los portugueses. Es así como la palabra Formosa se encuentra como nombre de distintos lugares en el mundo. Uno de ellos es la isla asiática que hoy se conoce por su nombre Taiwan, a la que los navegantes portugueses, en el Siglo XVI, nominaron Ilha Formosa (Isla Hermosa). Otro es el de la provincia argentina Formosa.

A comienzos del Siglo XVI, los españoles que navegaban el Río Paraguay, a una curva fluvial de particular belleza, dieron en llamar Vuelta Formosa (Vuelta Hermosa). El nombre fue quedando en el lugar, al igual que la hermosura de la zona. Los asentamientos europeos no duraron, a causa de la fuerte resistencia por parte de los pobladores originarios.

Los misioneros jesuitas consiguieron incorporar a su sistema a una gran cantidad de abipones, pero esta situación se mantuvo solamente hasta la expulsión de la Compañía de Jesús. La región continuó con sus bellezas naturales intactas y con los pobladores originarios realizando su propia historia de vida. Ocasionalmente aparecían europeos navegando el río o marchando por los bosques, pero siempre de paso, pues no era posible permanecer donde eran rechazados con firmeza.

Durante gran parte del Siglo XIX, lo que hoy es Formosa estuvo en litigio entre Argentina y Paraguay. En 1.870 ambos países concordaron en tomar como línea divisoria el canal principal del río Pilcomayo. Desde 1.872, todas estas tierras formaron parte de la Gobernación de los Territorios del Chaco. Tal Gobernación incluía tierras que hoy forman parte de Santiago del Estero, Santa Fe, todo el Chaco y toda Formosa.

El 8 de Abril de 1.879, siendo Gobernador el Comandante Luis Jorge Fontana, fue fundada la ciudad de Formosa, precisamente en la Vuelta Formosa del Río Paraguay. La nueva ciudad pasó a ser capital del Gran Chaco Argentino.

En 1.884, Formosa pasó a ser Gobernación, y desde 1.955 es provincia con el territorio tal como se ve ahora en los mapas nacionales.

Formosa es una provincia con características muy particulares. Por el Sur limita en todo el ancho de su mapa con la provincia del Chaco, separadas ambas por el Río Bermejo (en portugués, vermelho es rojo, colorado). Por el Este está el meandroso Río Paraguay. Por el Norte el Río Pilcomayo. Ambos separan a Formosa del Paraguay. En el Oeste limita con la provincia de Salta. Cada provincia suele tener una zona de transición cercana al límite con otra. En esas zonas, el habla de los pobladores, sus costumbres, las características geográficas… suelen ser muy parecidas en ambos lados de la línea divisoria. Es así como cerca de los ríos Pilcomayo y Paraguay hay una fuerte influencia idiomática guaraní. En el límite con el Chaco, el habla popular y las costumbres son similares. Hacia el Oeste, sobre todo a partir de Las Lomitas, hay una creciente presencia de gente de Bolivia y Salta. La música salteña influye en el oeste formoseño, a diferencia de casi toda la provincia chamamecera y amante de las guaranias también.

Cerca de los ríos, la vegetación es abundante y variada. En las zonas alejadas de esos cursos de agua, hacia el oeste, se puede ver suelos salinizados y vinalares que recuerdan a ciertos lugares de Santiago del Estero.

El quebracho es el rey del bosque, como en toda la región chaqueña. El palo santo es otro de los valiosos habitantes altos y silenciosos de la provincia. En la ciudad de Estanislao del Campo, orgullosos y erguidos palos santos habitan las calles cercanas a la casa donde vivió el Dr. Esteban Laureano Maradona, el médico rural argentino que sirvió desinteresadamente en el Paraguay y, especialmente en Estanislao del Campo, donde durante cincuenta años curó a criollos, gringos y aborígenes sin pretender nada.

La estrecha relación de Clorinda con Asunción, de la ciudad de Formosa con Alberdi, dan un toque casi paraguayo a esos lugares. Ingeniero Juárez, en el Oeste formoseño, es una ciudad con mucho de Noroeste Argentino. El Colorado, bella ciudad por sí misma y por sus paisajes a orillas del Río Bermejo, es uno de los accesos a la provincia del Chaco.

La provincia de Formosa, con su población de varias procedencias, tiene una gran deuda pendiente con los sobrevivientes de los pueblos originarios. O bien, esa deuda la tenemos todos los argentinos. Es hora de acciones concretas, decididas en forma conjunta con los propios interesados.

Esta provincia, y especialmente su ciudad capital, recostada a orillas del río, sigue impresionando por su hermosura, o formosura.

06 de Abril de 2.010.

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