Nuestros mayores nos han dejado valiosas enseñanzas con sus dichos y refranes. Es una ventaja tener a mano un pensamiento completo expresado en pocas palabras. Los refranes, citas y dichos son ayudas que mueven nuestra memoria hacia el desarrollo de una idea.
“Hablando se entiende la gente”, decían nuestros abuelos para significar que no debemos resolver diferencias peleando como bestias, ni encerrándonos en silencios cargados de dudas y suposiciones.
En el reino animal es distinto: La fuerza, la velocidad, la ferocidad, las garras, dientes o pico, marcan la diferencia cuando hay una disputa. En esos casos, la capacidad combativa del individuo le otorgará el derecho a comer, beber, reproducirse u ocupar la mejor guarida.
Entre los animales salvajes, los que son físicamente débiles dentro de su especie mueren sin dejar descendencia. Esto es beneficioso para la supervivencia de la especie.
La gente se entiende hablando, dialogando. El diálogo franco tiene por finalidad la búsqueda de la razón y de la solución justa para las diferencias de criterio. Luego de una sana discusión, las partes intervinientes salen enriquecidas en su bagaje intelectual y más cercanas a la verdad buscada.
También suele llamarse discusión a la disputa verbal entre partes que pugnan por imponer su criterio. Suelen ser peleas sin daño físico, en las que los contendientes apelan a diversos recursos para imponerse.
Los discutidores suelen recurrir a argumentos inesperados, logrando así sorprender al rival. Golpes y contragolpes verbales se suceden como en una riña animal. Buscan rodear e inmovilizar al otro. El grito, la amenaza, el llanto, la descalificación al adversario… suelen ser recursos utilizados en la batalla verbal. Hay que impresionar al rival, o al auditorio si lo hay.
En las discusiones acaloradas, la validez de las propuestas suele ser reemplazada por la retórica, la voz altisonante y hasta por el aspecto físico del gladiador verbal.
Hay expertos en discusiones que ganan grandes sumas de dinero. Sus servicios son más apreciados si consiguen imponer argumentos falsos como si fuesen verdaderos.
Este tipo de disputas, en las que se busca doblegar al otro sin preocuparse por la razón, suele darse también entre grupos, incluso entre países. En esos casos, suele vencer quien detenta mayor poderío bélico o económico. La razón y el derecho suelen quedar a un lado, esperando quien se los llevará como trofeo de guerra.
Muchas veces, el objeto de la disputa pasa a ser un campo de batalla que termina arrasado por el pisoteo de los contendientes.
Hablando se entiende la gente, dialogando buenamente, escuchando mucho y hablando lo necesario. Se construye a partir de las coincidencias que llevan hacia el bien común.
Acuish ‘rimanácoj. Vamos a conversar. Así nos entenderemos. La disputa estéril embrutece. La falta de diálogo nos transforma en fieras solitarias.
10 de Marzo de 2.010.