Hay en la vida esfuerzos pesados, difíciles de soportar. También los hay placenteros, de esos que no parecen esfuerzo. Muchas veces uno escucha de amigos bienintencionados esa pregunta tan repetida: “¿No se cansan de ir todos los Domingos a la radio para hacer el Alero Quichua?”
La respuesta está en los hechos. Cuando uno se identifica con la idea de los iniciadores del gran proyecto que nació como una audición radial, siente la necesidad de ir cada Domingo a Radio Nacional; o por lo menos, tratar de escuchar desde el lugar donde uno esté. El corazón pide integrarse a la rueda quichuista. El canto tradicional de cada Domingo es un medio para sentirse bien.
Cuando uno está integrado a ese Alero ideal, no basta con ir a la radio como quien va a cumplir con una actuación. Es así que, durante muchos años, la peluquería de Don Sixto era la principal “sucursal” del Alero Quichua. Durante muchos años fue sede de las reuniones deliberativas de las noches de Lunes. Además, cada uno en el momento en que podía durante la semana, llegaba aunque sea un ratito para conversar, tocar la guitarra que allí había, o simplemente escuchar.
En esas conversaciones de entre semana, o en los viajes compartidos, Don Sixto evocaba los comienzos del grupo nativista. Contaba cómo había comenzado a intercambiar correspondencia con el Profesor Domingo Bravo desde Salavina, sin conocerse personalmente. Cómo años después su hijo Rubén participó como niño quichuista en la audición Áshpap ‘Rimaynin, conducida por Don Domingo.
Relataba Don Sixto cómo conoció a Felipe Corpos en el ómnibus, dando nacimiento así a una inquebrantable amistad. Cuando Don Sixto visitaba a Corpos, éste solía acompañarlo hasta la parada del ómnibus para prolongar la conversación. En una de esas conversaciones, le había manifestado a Felipe su anhelo de hacer una audición quichua, idea a la que Corpos adhirió con entusiasmo. Decidieron formar un grupo humano para concretar el anhelo. Así es como el grupo formado por Don Sixto, Corpos, Vicente Salto, Raúl Salvatierra, Julio Ayunta, entre otros, comenzó a reunirse para dar forma a la idea.
Cuando consideraron que el proyecto era factible, decidieron que Don Sixto encarase personalmente el pedido de un espacio en la única radio de toda la provincia. En esos días, estaba a cargo de la Dirección de LV11 Radio del Norte Don Alberto Pérez, bandoneonista al igual que Don Sixto y amigos ambos. Esa afinidad y el prestigio de Don Sixto facilitaron la gestión y el espacio fue concedido.
Para cumplir con las exigencias de la emisora, el grupo debió dedicar tiempo a la confección de libretos con las traducciones correspondientes, para su presentación en LV11 unos días antes de cada audición. Para gente sin experiencia en radio, esto era un esfuerzo, pero un esfuerzo placentero que dio sus frutos. El primer Domingo de Octubre de 1.969, el Profesor Domingo Bravo hizo la apertura de la Audición Quichua.
Felipe Corpos conducía la audición; Don Sixto estaba en su función de músico, cantor y hablante quichuista; Don Vicente Salto con sus relatos y poesías en quichua; Don Julio Domingo Ayunta y su canto de quichuista vidalero; los diálogos entre los quichua hablantes, la música… todo creaba un ambiente familiar propio de una casa del campo santiagueño.
No tardó el grupo en idear un buen nombre para la audición. Así nació el nombre Alero Quichua Santiagueño, que denota la intención de brindar cobijo con libertad, dentro de lo que es quichua de Santiago del Estero. La palabra Alero indica la apertura para toda persona que quiera ingresar. Quichua Santiagueño indica la temática abordada y el rumbo a seguir.
Y fue esa idea de camino a seguir la que llevó al crecimiento del grupo y concreción de ideales. Fue creado el Curso Elemental de Quichua, comenzaron a viajar para actuar a beneficio de escuelas rurales, de paso que fortalecían el contacto directo con el pueblo quichuista, comenzó una serie de cinco grabaciones en un sello de Buenos Aires. Una actividad intensa, pero el esfuerzo no se hacía sentir. Todo se hacía con gusto.
Durante ese tiempo inicial el Alero Quichua pasó de LV11 a Radio Nacional para quedar hasta ahora.
La muerte de Felipe Corpos trajo un tiempo de incertidumbre. De mucho esfuerzo para seguir. El Alero Quichua Santiagueño siguió en la huella trazada y el esfuerzo nuevamente dejó de sentirse, poco a poco.
Luego de una entrevista de una delegación del Alero con el General Ochoa, en la que Don Sixto dialogó en quichua con el Gobernador, se inició el trámite por la Personería Jurídica.
Con “documento de identidad”, el Alero Quichua presidido por Don Sixto procuró tener su sede social, lo que se concretó en el período presidencial de Don Belindo Farías, luego de un largo y placentero esfuerzo de todo el numeroso grupo humano para conseguir el lugar y construír el local.
Con la Comisión Directiva presidida por Don Carlos Maldonado, se hicieron viajes a toda la provincia y a Buenos Aires para actuar. En la década del ’90, Comisión Directiva y socios viajaron para acompañar al Presidente Honorario, Don Sixto, por un homenaje a él por parte de la Presidencia de la Nación en la Casa Rosada. En ese período se concretó la grabación del sexto volumen.
Comenzó un lapso difícil, con disminución de actividades y alejamiento de gente. El Congreso Internacional de Quichua en Santiago del Estero fue seguido de una contracción del Alero, quedando solamente con la audición radial. Los pocos que quedaban, debían esforzarse por llenar el tiempo de la audición, justamente en esos tiempos en que cada día aparecía una nueva emisora con mucha potencia y con programas folclóricos domingueros.
La Fundación Tárpuy abrió nuevos horizontes para el grupo humano remanente, posibilitando a través de la página de Internet mostrar nuestras tradiciones santiagueñas al mundo. La retransmisión por radio en Buenos Aires nos acerca a miles de santiagueños residentes allá.
En estos últimos años, poco a poco ha ido poblándose nuevamente el Alero de cada Domingo. Desde Córdoba, los jóvenes de Tárpuy hacen un valioso aporte que sale por radio al menos una vez por mes.
A comienzos del presente año, el delicado estado de salud de Don Sixto Palavecino trajo preocupación a todos, incluso a nivel internacional. Su fallecimiento arrojó un poncho oscuro de dudas en muchos oyentes y participantes durante un cierto tiempo, pero los conductores de la audición decidieron seguir, aunque sintiendo el esfuerzo.
A cuarenta años de aquel primer Domingo de Octubre de 1.969 en que Felipe Corpos invitó a la audiencia para escuchar el duendecito del nativismo, el Alero Quichua Santiagueño está en un nuevo crecimiento, bajo la mirada y el oído atentos de gente de todo el mundo.
Hay cada semana un nuevo impulso en la voluntad de aplicar los esfuerzos hacia el rescate y la preservación de los valores más auténticos de la cultura tradicional santiagueña, como era en un principio. Estamos unidos para repartir la carga de esfuerzo y compartir las satisfacciones espirituales que otorga el ser fieles a una idea noble.
Con buena voluntad, objetivos claros y lealtad, los esfuerzos pueden ser placenteros. Los resultados suelen ser mayores que los esfuerzos en estos casos.
06 de Octubre de 2.009.