“Al que es amigo jamás lo dejen en la estacada…” aconsejaba Martín Fierro a sus hijos. Hay distintos grados de amistad. No es raro escuchar que se dice: “Soy amigo de Pedro”, y “Soy muy amigo de Juan”, denotando así que, si bien todos los amigos se pueden considerar seres queridos, unos pueden ser considerados más amigos que otros.
Se puede llegar a la amistad por distintos caminos. Se inicia por compartir momentos en determinada actividad, que puede ser laboral, deportiva, cultural o de otra índole. En esos momentos compartidos, las personas se conocen y se van descubriendo o desarrollando afinidades.
El Alero Quichua Santiagueño, agrupación nativista iniciada por un grupo de folcloristas que pretendían formar un movimiento dedicado a la preservación y difusión de la lengua quichua, se gestó entre gente unida por un objetivo que les era común. Algunos de ellos eran amigos antes de reunirse en la patriada. Otros se conocieron en las reuniones organizativas e, inevitablemente, surgió la amistad.
Don Sixto Palavecino, hasta sus últimos días de vida, recordó la fuerte amistad que lo unía con Felipe Corpos. Una de las tantas anécdotas que Don Sixto solía contar, era de cuando un Domingo de Alero se encontraron los dos solos en la radio. Por diversos motivos, todos los demás habían faltado ese día. Entonces, estrecharon sus manos para sellar un pacto y se prometieron seguir siempre con el Alero Quichua, aunque fuese ellos dos solos.
Raúl Salvatierra es bombisto y participó desde las primeras reuniones y en las primeras grabaciones. Vive en la calle Lavalle, a pocas cuadras de la familia Corpos. Don Sixto solía decir: “Raúl es un buen hombre. Un gran amigo. Muy compañero.” Quienes lo conocemos hemos sentido lo mismo.
Don Ernesto Suárez es nacido en el departamento Guasayán, pero hizo casi toda su vida en la ciudad de Santiago. Amante del folclore, guitarrero, cantor y creador de cantos camperos, se acercó al Alero Quichua. Su hombría de bien le granjeó el afecto de todos los integrantes y visitantes. Al ver cómo Don Ernesto cubría todos los espacios necesarios cantando, bailando o incitando al aplauso, Don Sixto le puso cariñosamente el apodo de Shaticu (Meterete, entrometido). En las actuaciones y viajes del grupo, Don Suárez llevaba gruesas de cohetes para prender. Un secreto que Don Ernesto guarda celosamente es el de cuántas veces cubrió las cuotas de socios que no podían pagar, en sus años de Tesorero. El amigo Shaticu no viene a la radio desde hace bastante tiempo, pues un accidente le quitó la movilidad necesaria para subir las escaleras hasta el auditorio.
Enumerar los amigos del Alero Quichua Santiagueño daría como para escribir un libro, al que luego con justa razón, se lo podría calificar de incompleto.
Hay amigos que físicamente se han alejado, por haber ido a residir en otros pagos. Los que ya fallecieron, están presentes en la memoria de los que persisten. Todos valen. Toda esa suma de voluntades nos trajo a la realidad actual. La amistad entre las personas surgió como una consecuencia del amor compartido por las tradiciones santiagueñas y en especial por su lengua quichua.
Estamos por encontrarnos y reencontrarnos en el auditorio de Radio Nacional, con amigos del Alero Quichua procedentes de distintas provincias. Queremos festejar el 40 aniversario de la primera audición, emitida aquella vez por LV11 Radio del Norte. La fiesta será el 11 de Octubre. Una fiesta de amigos.
El primer Domingo de Octubre de 1.969 salió al aire la primera emisión de la Audición Quichua que luego se llamaría Alero Quichua Santiagueño. Fue necesario un grupo de amigos para lograr el cometido.
Con el tiempo, se incorporó el saludo incaico que marca la conducta a seguir, la conducta que tratamos de aprender e imponernos: Ama súa, ama lulla, ama ckella (Ni ladrón, ni embustero, ni haragán).
Una verdad de Fierro: “Siempre el amigo más fiel, es una conducta honrada.”
29 de Septiembre de 2.009.