“La madera que acaricio/ y me endulza con sus sones,/ nació de un corazón nuevo/ por viejas inspiraciones.” La chacarera La Sachaguitarra pinta de cuerpo entero, con cuerdas incluídas, al instrumento desarrollado por Elpidio Herrera, genial músico santiagueño. Por nada hay que perderse de disfrutarlo. Hay que oír con atención los sonidos que pueden salir de una sachaguitarra. Hay que ver a Elpidio Herrera tocando y cantando con la soltura y alegría que lo caracterizan.
Elpidio vive donde nació: Villa Atamishqui, en el Departamento Atamishqui, provincia de Santiago del Estero. Creció en una familia de gente criolla musiquera. En las fiestas grandes, formaba parte de los numerosos grupos de guitarreros que marchaban por la Villa tocando. Debió marcharse del pago para completar sus estudios. Volvía cada vez que podía. En esa época de adolescencia formó un conjunto musical moderno.
Su hermano Manuel (El Bebe) lo invitó a integrarse al conjunto criollo Los Ckoyuyos Atamishqueños. Chango inquieto y travieso, Elpidio imitaba a los paisanos de antes que, al no poder comprar una guitarra, la fabricaban ellos mismos. Así nació la Caspi Guitarra (guitarra de palo), que era una tabla con cuerdas caseras. Por sugerencia de Don Sixto Palavecino, mudó el nombre por Sachaguitarra (guitarra del monte).
Uno de los lugares más queridos por Felipe Corpos era Villa Atamishqui y su zona. Cada vez que iba a la Villa, debía llegar a la casa de Elpidio, donde había una habitación para los amigos visitantes, entre los que se encontraba también Pablo Raúl Trullenque, por ejemplo.
Los Ckoyuyos Atamishqueños y Las Sachaguitarras Atamishqueñas participaron en el tercer disco del Alero Quichua Santiagueño. Como Alero Quichua Atamishqueño grabaron todo el quinto volumen de nuestra agrupación, con la participación de Don Sixto. Elpidio es un hombre agradecido hacia quienes lo favorecieron. Siempre recuerda con gratitud a Felipe Corpos, Don Sixto Palavecino, León Gieco y el Alero Quichua Santiagueño, por el apoyo recibido
En su afán por lograr que Atamishqui tuviese su propia escuela secundaria, Elpidio impulsó una campaña de vecinos en la Villa y en la ciudad Capital. De estas acciones surgió el Colegio Juan XXIII, construído al lado de la iglesia. Años después, para facilitar la concurrencia de los alumnos que viven lejos de la Villa, se ha hecho otra campaña para crear el albergue estudiantil. Para inaugurar el albergue con fiesta, habían organizado una peña en la que el Alero Quichua era protagonista principal. Era un Sábado a la noche cuando el pueblo atamishqueño ha podido ver en el escenario lo que siempre escuchaba por radio: Rubén Palavecino haciendo la presentación con el fondo musical del violín de Don Sixto, luego la actuación de Orlando Gerez, Las Voces del Rancho, Carlos González, Alejandro Iñíguez, Daniel Heredia, Lázaro Moreno, el excelente dúo de los hermanos Domínguez (luego creadores de Las Voces de Hoy) y, como se dice en esos casos: otros... integrantes del Alero Quichua que actuaron compartiendo esa noche junto con los músicos y cantores atamishqueños.
La casa de Elpidio fue, durante mucho tiempo, la última de la Villa si uno va hacia Yacu Chiri. Ahora que Atamishqui creció, hay unas cuadras más a recorrer hasta Elpidio para los changos que vienen desde la zona costera del Río Dulce, pero siguen guardando sus bicicletas y bolsos en la que fuese la casa del borde de la población, y que sigue siendo un lugar muy seguro pese a que está abierto para todo el que quiera allegarse.
En dirección de Villa Atamishqui, el Río Dulce se aleja permanentemente hacia el Este. Es así que un remanso profundo, donde hace varias décadas murió ahogado un hombre venido del norte, tal vez de Bolivia, luego se transformó en monte. A este paraje le llaman Ckolla Huañuna (Lugar donde murió el colla). Ese lugar y el aspecto de la zona, inspiraron en Elpidio la chacarera La Tentación, que años después sería cantada por casi todos los folcloristas santiagueños y difundida por todo el país. No tenemos espacio suficiente en este escrito para enumerar las creaciones musicales de este gran atamishqueño.
El comentario de que Elpidio se habría formado en la Salamanca y es brujo, crea un halo de misterio alrededor del músico para la gente que cree en hechicerías. Él se ríe con picardía por la fama que le hacen, pero sin burlarse de la persona. La verdad es que Elpidio Rafael Herrera es un criollo como cualquier otro, con la particularidad de ser hijo de músico, haber estudiado en la Escuela Industrial de La Banda y de no haber renunciado nunca a sus muchas inquietudes, casi todas dirigidas a que haya mejoras para todos los atamishqueños. Y las hubo. Ahora, uno puede llegar hasta el Museo de la Sachaguitarra desde cualquier ciudad del país sin bajarse del pavimento, por ejemplo.
El instrumento nacido en las manos de Elpidio, por seguir aquellas viejas inspiraciones, ha evolucionado. La sachaguitarra actual tiene caja de resonancia, hecha con la mitad de un porongo. Tiene cinco cuerdas. Puede tocarse pulsada como guitarra, o como si fuese un violín con un arco casero. Manolo Herrera toca un modelo más evolucionado ¿Qué vendrá después?
La formación actual del conjunto Las Sachaguitarras Atamishqueñas es: Elpidio Herrera (sachaguitarra y canto), Manolo Herrera (sachaguitarra), Ramón “Piri” Leguizamón (bombo y canto) y Carlos Baigorrí (guitarra).
El 19 y 20 de Septiembre, en Villa Atamishqui, se festejan los 38 años de Las Sachaguitarras Atamishqueñas. Es la fiesta que, por prudencia, se había postergado desde el mes de Julio.
Cada noche, tratando de desentrañar los misterios y el mensaje de su creación, Elpidio Herrera evoca los sentimientos que germinaron en su chacarera:
“Tu cuerpito es de algarrobo/ con clavijero de tala./ Tu sentir es de alma quichua,/ te llaman Sachaguitarra.”
15 de Septiembre de 2.009.