“Lerma, Villarroel, Zorita, Argañaraz y Toledo, con Velazco, han salido de Santiago del Estero.” Dice Pablo Raúl Trullenque en su chacarera Crisol del Canto Nuevo.

Nuestra ciudad ha sido punto de partida para la fundación de varias ciudades al comienzo de la colonización española, las que luego conformarían gran parte de la República Argentina. Por eso es considerada Madre de Ciudades.

Una “hija” de Santiago es la ciudad de Salta, capital de la provincia del mismo nombre. Hernando de Lerma, en nombre del rey de España, fundó la ciudad de San Felipe de Lerma el 16 de Abril de 1.582. Luego, su nombre cambió para San Felipe de Salta. En la actualidad, la conocemos simplemente como la ciudad de Salta, que está en el Valle de Lerma.

Tanto la ciudad como la provincia de Salta, tienen una historia interesante, fundamental en la historia nacional. Martín Miguel de Güemes, con sus montoneros, defendió el norte argentino ante los avances realistas, en la lucha por la independencia.

Otra ciudad que ha sido fundada por una expedición salida desde Santiago, ha sido la capital de la provincia de Jujuy. El 19 de Abril de 1.593, luego de una larga resistencia de los antiguos pobladores del valle de Jujuy, Don Francisco de Argañaraz y Murguía fundó la ciudad de San Salvador de Velazco. Actualmente, conocemos a tal capital provincial como San Salvador de Jujuy.

Jujuy tuvo gran protagonismo en la lucha por la independencia nacional. Hasta la derrota y retirada final de las fuerzas españolas hacia el Alto Perú, sufrió varias invasiones. En Agosto de 1.812, el heroico pueblo jujeño abandonó sus tierras y marchó en éxodo hacia el sur, dejando casas vacías y campos yermos para las tropas realistas. Solo seis meses después pudieron los jujeños volver a su pago.

En toda la zona de influencia de ambas ciudades había población anterior, cada grupo con sus características propias en cuanto al habla, las costumbres, el tipo de vivienda, etc. La cultura de Tiahuanaco marcó su influencia en los pueblos del norte argentino.

Aún existen barrios y comunidades de pueblos originarios en la zona, al igual que en otras provincias. Algunos mantienen antiguas tradiciones. Otros han optado por ir a vivir en las grandes ciudades, mimetizándose así con el resto de la población. Cuando vuelven a la casa paterna vuelven a encontrarse con sus orígenes, con ellos mismos.

Hay opiniones enfrentadas en cuanto a la actitud que deben asumir las comunidades y sus autoridades ante los pueblos originarios. Unos promueven la integración, aunque puedan perder los valores culturales propios. Otros pretenden que se mantenga la cultura indígena tal como era, con lo que habría también una segregación.

Sería bueno para todos dar lugar para que los pueblos originarios que se mantienen puros como grupo étnico y cultural, puedan integrarse o no, según su propia decisión.

Hay organismos oficiales y emprendimientos particulares que están trabajando para lograr tales fines. Seguramente, a la población aún le falta asumir un mayor compromiso hacia nuestros antecesores, a los que ya estaban cuando los europeos llegaron.

Nos mostramos orgullosos si descubrimos ascendencia europea en nuestra familia. Si queremos expresar desprecio por un prójimo, le decimos “indio”. Pero cada 19 de Abril, nos llenamos de discursos por el Día del Indio.

Mientras tanto, los descendientes de quienes recibieran tal denominación por error, hace ya cinco siglos, siguen tratando de evitar ser expulsados cada día más de sus antiguos territorios, de sus creencias, de su idioma, de su modo de ser, de sí mismos.

La realidad del pueblo argentino y seguramente de todo el continente americano, es que tenemos varias mezclas de procedencias étnicas, conviviendo con algunos grupos que no se mezclan.

Es propio de gente responsable e inteligente, procurar la convivencia en paz entre los pueblos, sin avanzar los unos sobre los bienes materiales o espirituales de los otros.

14 de Abril de 2009.