Los encuentros domingueros del Alero Quichua Santiagueño en Radio Nacional nos brindan gratas sorpresas. El Domingo 22, entre tantas circunstancias agradables que se dan en las ruedas criollas, hemos asistido al resurgimiento de un conjunto tradicional santiagueño: Los Fogoneros Hoy.
Recurrimos a los recuerdos de gente del Alero para sondear el ayer de este trío que, al son de guitarras y bombo, canta ancha súmaj.
Cuenta Guillermo Antonio Orellana que por ahí de Abril de 1.973, tres changos se habían juntado como quien guitarrear nomás y cantaban temas folclóricos tradicionales. Eran el propio Guilli Orellana, Carlos Orieta y Ramón Horacio Aguilar.
En Junio de ese mismo año los habían invitado para actuar en una peña que se hacía en Puesto del Medio, unos 15 Km. al sur de la ciudad de Santiago. Actuaban, además de números de la zona, Los Hermanos Mattar, una academia de danzas y una delegación del Alero Quichua, compuesta por Don Sixto Palavecino, Felipe Corpos, Juan Carlos Almada y otros músicos y cantores.
Les habían pedido a Felipe y Don Sixto que le pusieran un nombre al trío, pues no aún no lo tenía. Corpos les dijo entonces que, al presentarlos en el escenario, lo haría ya con nombre para el conjunto.
Era en Junio, en el campo, y hacía frío. Había algunos fogones para que la gente estuviese a gusto. En muchas peñas se acostumbra hacer un fuego grande y llevar brasas, con una pala, para poner debajo de las mesas o distribuir fogoncitos en el local. Las brasas suelen quedar sobre un pedazo de chapa, o directamente sobre la tierra.
Cuenta Don Sixto que esa noche de Junio de 1.973, estaba conversando con Felipe Corpos junto a un fogón cuando los muchachos les habían pedido un nombre para el trío. Al quedar solos, Don Sixto dijo a Felipe que podría ser “Conjunto El Fogoncito”. Entonces Felipe quedó pensativo y le dijo que con esa idea le bastaba.
Al momento de la presentación del conjunto, solamente Don Sixto y Felipe conocían el nombre. Corpos subió al escenario para presentarlos, como a los otros artistas. Para ellos hizo una introducción hablando de los montes santiagueños, de los ríos, la música, la salamanca, las vidalas, chacareras y el canto quichua. Entonces dijo: “... cantan para todos ustedes estos tres muchachos que están haciendo su debut esta noche, cantan para todos: Los Fogoneros”.
Fue un momento inolvidable para los tres, y trascendente para el folclore santiagueño, pues Los Fogoneros pasearon por la provincia y el país un canto criollo fuerte, con creaciones propias y del cancionero popular, incluyendo el canto quichua.
Son memorables sus actuaciones en el Alero Quichua y otros programas de Radio Nacional, en otras emisoras de radio y televisión, además de peñas y festivales. En la primera época, los recitados del “Negro” Aguilar le daban una nota característica al conjunto. En 1.976, Aguilar se fue a Buenos Aires y realizó el sueño de muchos cantores y músicos santiagueños: entrar en la formación de un conjunto con fama nacional, en este caso, Los Hermanos Toledo. En su reemplazo entró Juan Emilio Llugdar, conocido como “El Coyita”, un muy buen cantor que desde niño actuaba en las peñas y visitaba el Alero. Cacho Lobo mostraba un reconocimiento especial por este changuito cantor, que en muchas ocasiones fué el menor de todos los integrantes en una delegación folclórica que encabezase el Alero Quichua.
Dos años después, El Coyita dejó Los Fogoneros e ingresó José Díaz, conocido como Sory. Era una primera voz de un timbre especial y gran potencia. Erizaban la piel las vidalas cantadas por Los Fogoneros sin usar los micrófonos, al borde del escenario o caminando entre el público.
Actuaron en festivales provinciales y nacionales. En 1.980 ganaron el Pre Cosquín de Santiago y compitieron en la ciudad cordobesa. Al año siguiente volvieron a Cosquín, enviados por la Sociedad de Folcloristas Santiagueños.
En 1.984 lograron su primera grabación, denominada La Pureza del Canto, la que fué posible gracias al esfuerzo de Orlando Gerez y Mario Santillán. Los cantores nunca olvidaron este gesto. En 1.993, Guillermo Orellana salió del conjunto y se radicó en Córdoba. En su reemplazo entró Rafael “Tati” Juárez.
En 1.998 ocurrió algo increíble: a causa de un aneurisma cerebral, falleció Carlos Orieta... un niño aún, según los ojos cariñosos de Lucía Cejas y la gente del Alero en general. Su carácter alegre y su simpatía nos hacían olvidar que Carlitos era ya un padre de familia. Cuando conversábamos animadamente en su puesto del Mercado Armonía, veíamos en él al changuito que hacía varios años cantaba vistiendo una camisa blanca adornada con un moño en lugar de una corbata.
Sory Díaz armó el grupo Los Fogoneros Hoy, con el que actuó en los escenarios santiagueños. En Septiembre de 2.006, José Domingo Díaz sufrió un infarto. De ese Fogoncito cancionero quedaron sus grabaciones y, fundamentalmente, los recuerdos de un excelente conjunto criollo que los changos habían formado como quien cantar nomás.
Los Fogoneros Hoy están resurgiendo. Héctor Olmos, José Cejas y el quichuista atamishqueño Lito Barraza han vuelto a cantar chacareras, gatos, zambas y vidalas en el Alero Quichua. Argentina y varios lugares del mundo los han escuchado.
Juntos, cuidemos su mañana, Santiago del Estero necesita de grupos folclóricos tradicionalistas.
24 de Marzo de 2009.