Desde tiempos inmemoriales, las poblaciones han sido construidas a orillas de un río o lago, para asegurar la provisión de agua al grupo humano.
Es así que la poesía y la música tienen hermosos capítulos dedicados a ríos de todo el mundo.
El Río Dulce, Mishqui Mayu de Santiago del Estero, es homenajeado por los artistas nacidos cerca de sus orillas y por los nacidos a mucha distancia también.
Los poetas no desconocen la importancia de la fauna fluvial. Garzas, huacos, ochoghos, ckeñalus… son nombrados en piezas para recitar o cantar. Los peces y sus pescadores son presencia activa en los cantares costeros y de tierra adentro.
Los ríos sudamericanos tienen, casi todos, un pasado reciente de libertad natural y un presente encauzado por obras necesarias para la vida del humano moderno.
El dorado es un habitante natural de la inmensa cuenca del Río de la Plata.
Todo el sistema fluvial que desemboca en el mayor estuario del mundo está formado por los ríos Paraná, Uruguay, Bermejo, Pilcomayo, Paraguay, Iguazú, y su gran cantidad de tributarios, distribuidos entre Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil y Bolivia.
Dicen que, en otros tiempos, el Río Dulce formaba parte del sistema del Plata, y que fenómenos geológicos de hace milenios impidieron al Mishqui Mayu seguir siendo una rama de tal árbol fluvial. Así se habría formado la Laguna de Mar Chiquita en el norte de Córdoba, y el río nacido en las cumbres del sur de Salta formó una cuenca cerrada. La presencia del dorado en nuestro dulce río refuerza la idea de una antigua conexión con el Paraná o el Plata, pues la gente ñaupa asegura que el dorado estuvo siempre aquí.
El Río Salado desemboca en el Río Paraná. Hay quienes afirman que, en tiempos lejanos, el dorado habría entrado al Río Dulce por las lagunas y esteros del sur de nuestra provincia en tiempos de grandes inundaciones, y que el Río Dulce siempre fue de cuenca cerrada.
El caso es que, tanto en el sistema del Río de la Plata como en el del Mishqui Mayu, el dorado está desde hace mucho tiempo haciendo las migraciones que la Naturaleza le ordena.
El ciclo vital natural del dorado se inicia en una laguna formada por el desborde del río donde desovaron sus mayores. Es verano, época de crecientes por deshielos en las montañas, y por abundantes lluvias en la zona de los afluentes. Con buena temperatura y en aguas calmas, el alevino se alimenta de microorganismos, crece y evoluciona. Pequeño aún, pero ya con forma de dorado, meses después escapa hacia el río, antes de que se desconecten el curso de agua y el estero. En la corriente fluvial, el doradillo viaja aguas abajo mientras sigue comiendo y creciendo.
En invierno, sin deshielos y con poca lluvia, los ríos enflaquecen. El instinto lleva a los peces de toda edad y tamaño a buscar las zonas profundas, donde hay agua pese a las sequías. El frío los aquieta y adormece. Para el tiempo de las crecientes, el río traerá abundante alimento para todos.
Los dorados se alimentan de peces menores que ellos, incluidos los de su misma especie, ranas, crustáceos… todo lo que se mueva y brille en las aguas.
Durante el tercer año de vida, los machos estarán en condiciones de reproducirse. Las hembras necesitan un año más. Los biólogos han determinado una relación entre edad y tamaño del dorado.
Basados en estos datos, los organismos de control imponen un tamaño mínimo para la captura, impidiendo así que los pescadores maten dorados que aún no se reprodujeron. También está prohibida la pesca del dorado durante la época del desove, coincidente con las crecidas fluviales.
Para reproducirse, los dorados adultos remontan las aguas durante las crecientes. Antes de la construcción de grandes diques, este salmónido avanzaba entre 600 y 1.500 kilómetros, según las zonas, para retornar, luego del desove, a la zona de alimentación.
“El tigre del río”, como lo llaman los pescadores, vive naturalmente unos 25 años. Hubo capturas de ejemplares de más de 31 Kg.
Los diques grandes limitan los desplazamientos de este magnífico ser migratorio, obligándolo a adaptarse a la nueva realidad. A lo que no podrá adaptarse es al derrame de contaminantes en los cursos de agua. También representa un serio peligro para el dorado la pesca excesiva e indiscriminada.
Hay que cuidar al dorado. Es nuestro. Existe solamente en una gran zona de nuestro continente. Es único en el mundo.
25 de Noviembre de 2.008.