El día ha bajado ya/ sobre los montes a dormir./ Sólo un grito se desvela y anda/ llamando… Crespín.” (Lamento del Crespín, chacarera de Felipe Corpos y Martín Bravo).

Hace unas semanas que el crespín, oculto o mimetizado en las ramas de los árboles, hace resonar su monótono lamento. En otras regiones del mundo hay pájaros similares al crespín, generalmente llamados cucú.

En una amplia zona , que incluye Córdoba, parte del litoral fluvial y el Noroeste Argentino, a partir de Octubre, se escucha al crespín reclamando por su pareja. Según la leyenda, el llamado es de arrepentimiento. En realidad, los silbidos del crespín tienen la finalidad de marcar territorio y formar una pareja.

Además del monótono “crespín, crespín”, emite otros silbidos que, cerca del Día de Difuntos, induce a creer que hay “almas en pena” deambulando por el monte.

Dicen los paisanos que el canto del crespín es el indicativo para descolgar las cajas vidaleras y empezar a recordar coplas antiguas, además de crear otras. Es necesario prepararse, armando el dúo de cajas y voces para vidalear, sobre todo en los carnavales.

La vidala es el canto preferido para dar serenatas, una forma muy particular de expresar cariño.

La serenata, el canto al pie de una ventana, tendría su origen en la Venecia medieval. Los enamorados llegaban al pie del balcón de la dama a quien querían homenajear y dejaban la ofrenda de una canción instrumental o cantada.

Esta singular manera de expresar amor, tenía como horario habitual el anochecer, al final de la tarde (sera, en italiano). De estas cantatas crepusculares habría surgido el nombre de serenata.

Nuestro hombre criollo adquirió la buena costumbre de dar serenatas, demostración que con el tiempo dejó de ser exclusiva para el galanteo. Pasó a ser una demostración de afecto, dirigida también a los amigos o parientes.

Los motivos para dar una serenata son variados: Para expresar amor a una dama, por el cumpleaños del homenajeado, por aniversario de casamiento de los dueños de casa, por algún logro importante, por ser Carnaval, Navidad, Año Nuevo o… por que sí, por que queremos decirle a alguien que merece ser despertado con cantos afectuosos al pie de su ventana.

El canto se anuncia con unos suaves golpes a la ventana o golpeando las manos; luego se dice: “Permiso, serenata” o “buenas noches, serenata”. La ventana se abrirá un poco, indicando que el homenaje es bien recibido. Al final, si es una dama, dirá: “Muchas gracias” y cerrará la ventana. Cuando la serenata no es de galanteo, generalmente se abre la puerta principal de la casa y los cantos siguen mientras el homenajeado invita algo a “los changos”.

Por la antigua Radio del Norte, hace unas décadas se emitía la audición Serenata Para Usted, con un viaje imaginario hacia los lugares de la provincia donde fuese requerido un tema musical para alguien. En los años ’90, por nuestra Radio Nacional hemos compartido Serenateando, con la misma intención.

También se puede, por teléfono o por Internet, dar serenata a los que andan más lejos. Se acostumbra cuando hay una guitarreada familiar y alguien está distante, en otro lugar del mundo.

Muchas costumbres van cambiando con el transcurrir del tiempo, pero el músico y cantor criollo sigue afanoso por demostrar afecto. No se sorprenda si, una noche de éstas, se despierta usted a causa de una serenata al pie de una ventana vecina o, mejor aún, en la suya. Chaina cachun. Así sea.

18 de Noviembre de 2.008.