El 29 de Mayo de 1.876 nació en Santiago del Estero Andrés Avelino Chazarreta. A los cuatro años de edad quedó huérfano de madre. Al amparo de su abuela se inició en la música siendo niño aún. Sus primeros instrumentos fueron la armónica y el acordeón. En su adolescencia aprendió la guitarra, guiado por sus hermanos. Estudió teoría musical y técnica de guitarra. Poco a poco fué aprendiendo la música clásica y la popular del norte argentino. Trabajando primero como maestro y luego como inspector de escuelas, recorrió la provincia, donde conoció el verdadero cantar y decir del hombre sachero. Por su trabajo de recopilación llegan hasta nuestros días expresiones musicales del pueblo, que de no ser por tal obra de rescate se habrían perdido en el olvido.
Mucho se ha hablado de la lucha de Don Andrés por hacer escuchar en las ciudades su mensaje traído desde el monte. Su compañía de arte nativo, integrada por varones y mujeres de estirpe criolla, recibió la aclamación popular y el rechazo de los grupos que se consideraban selectos y de gusto refinado. Es que la voz, la música y la danza de la compañía de arte nativo de Don Andrés Chazarreta era el resurgimiento del hijo de aborígenes, y no se podía permitir que "la barbarie" se instalase en lugares elevados de las ciudades, así fueran simples escenarios.
Los esfuerzos del maestro músico llevaron al canto nativo hasta Buenos Aires, donde al ser recibido aseguró la aceptación nacional.
Finalmente, Don Andrés Chazarreta fué considerado el Patriarca del Folclore Argentino. Los buenos tiempos que vive el canto folclórico se deben en gran parte a la lucha inicial de Don Andrés. Justo es reconocer que tal lucha necesitó y tuvo una continuación en innumerables autores, compositores, intérpretes, recopiladores, estudiosos y amantes del arte nativo nacional, unos famosos, otros anónimos y otros poco conocidos.
Los humanos queremos el horizonte y lo perseguimos durante toda la vida. Cada uno tenemos nuestros sueños, posibles o no, y los queremos realizar. En ocasiones, la concreción de un anhelo nos sorprende. En otros casos, un sueño se corporiza de un modo distinto al esperado. En cada uno de nosotros hay un soñador, hay un Andrés Chazarreta capaz de levantarse, ensillar el caballo y, guitarra al hombro, libros bajo el brazo o herramienta en mano, salir a buscar los gigantes que debemos doblegar para alcanzar los anhelos. Sólo debemos decirnos: "¡Atarícuy! ¡Levántate! El mundo nos espera ahora. ¡Acuychis! ¡Vamos!"
27 de Mayo de 2.008