Un hombre apasionado por recuperar los valores primeros de la verdadera cultura argentina, brindándoles el respeto y la devoción que se merecen.
Al referirnos a Andrés Chazarreta, apuntamos a una persona con un enfoque muy claro: consciente de lo necesario de la educación y llevándolo a la práctica; enterado del valor de las tradiciones y el folklore nacional; deseoso de difundir estos aspectos culturales mediante su poesía y música.
Esta claridad en sus ideas y sus metas llevó a Chazarreta a tener un lugar importantísimo entre los máximos exponentes del folklore argentino, y es por eso que le hacemos este homenaje.
Andrés Avelino Chazarreta nació en Santiago del Estero el 29 de mayo de 1876, y se crió con su abuela y sus hermanos tras la muerte de su madre siendo él muy pequeño.
En 1896 se recibió de maestro y ejerció la docencia de niños y adultos hasta 1906, llegando a ser Inspector de Escuelas. Este último empleo le permitió tener una relación más cercana con la cultura popular, folklórica, debido a los viajes al interior provincial santiagueño. Así comenzó a descubrir y a interesarse por la riqueza del folklore. A partir de entonces se convirtió en un ardiente autor, recopilador y difusor de las melodías norteñas, lo que lo llevó a ser conocido como el investigador más importante de la música argentina.
De manera paralela a su formación académica, se interesó también por la música, estudiando teoría y solfeo y técnica guitarrística; llegó a saber ejecutar más de 15 instrumentos.
Tuvo una gran influencia de la Literatura tradicionalista y las representaciones gauchescas de los circos criollos, lo que lo llevó a formar un elenco con bailarines y músicos aficionados santiagueños para poner en escena danzas y canciones tradicionales de la época.
Debutó con su elenco en julio de 1911 en el teatro Pasatiempo del Águila, obteniendo un éxito brillante que repitió en Tucumán y algunos otros puntos del noroeste argentino, con una gira que recorrió el largo y el ancho del suelo argentino alrededor de 25 años.
Su primer grupo “Conjunto Arte Nativo” sufrió la oposición oficial y de las aristocracias locales durante sus comienzos en las primeras décadas del siglo pasado, pero la repercusión popular de su obra le permitió continuar con sus presentaciones en teatros de las ciudades más importantes del centro y este de Argentina, así como en Montevideo, llegando a una gran repercusión durante su trayectoria.
En la Capital Federal, debutó en el año 1917, traslado su espectáculo a Buenos Aires, con la innovadora propuesta de música folklórica en la ciudad. Este espectáculo se extendió llegando a realizar más de 150 presentaciones en la capital.
Además de su inmensa obra de divulgación, Chazarreta publicó más de 10 álbumes.
En 1941 fundó la Academia de Danzas Nativas, reconocida en todo el país con más de 50 sucursales, y la Orquesta de Arte Nativo.
Además tuvo una buena relación con destacados artistas de la época, como Leopoldo Lugones quien contribuyó a un reconocimiento internacional del folklorista santiagueño y Carlos Gardel, con quien grabó algunas canciones.
Fue en el mismo Santiago donde un 24 de abril de 1960 Andrés Chazarreta deja de existir.
Esta es la vida de un hombre regido por sus convicciones: su cariño, respeto y devoción hacia la música folklórica argentina, lo elevó a lo más alto del podio de la cultura nacional y del sentimiento popular respecto a ella.
Su pasión por transmitir el conocimiento y la experiencia que le significó su labor de recopilación le otorga un fuerte peso al valor cultural de nuestro folklore argentino a nivel nacional e internacional, estilo musical que forma parte esencial de nuestra identidad.
El objetivo de esta reseña es demostrar lo importante que resulta tener presente los íconos de nuestra cultura: ellos nos definen aquellos valores que dan vida a la cultura autóctona, y sus obras afirman el significado del folklore y su fuerte vínculo con la identidad nacional.
Finalmente vale la pena recordar lo que dijo el 10 de abril de 1941 al inaugurar su Escuela de Danzas Nativas en la Capital Federal: "Debemos imponer nuestras danzas, que por su galanura, nos dan un ejemplo de moral, contrariamente a las extranjeras que nos están invadiendo desde hace años y van corrompiendo las juventudes", exhortación que aún está en pie.