MI PRIMERA HEBRA BLANCA
Hoy hallé en mis bigotes mi primera hebra blanca.
La primera ceniza de mi sangre quemada,
de sueños chamuscados en la hoguera del alma
y el salitre del tiempo sobre mis noches largas.
Yo la miré primero, tal vez por arrancarla,
pero luego en mi rostro la sentí camarada.
Yo la sentí tan mía por que al acariciarla
tocaba las caricias de bocas no olvidadas,
tocaba los suspiros con que se despeinaban
y un dedo de ternuras que en ellos jugueteaba...
Hoy hallé en mis bigotes mi primera hebra blanca...
Cuántos sueños quemados por mi piel asomaban...
En la primera muestra tan solitaria y larga.
Tan solitaria, amiga, como esta pena larga,
como el amor perdido por las grutas del alma...
Por eso es que ahora pienso, mirando esta hebra blanca,
que ella será la imagen de mi fe derrotada,
de mi grito sin nombre, de mis manos sin nada,
y la canción postrera sin copla y sin guitarra.
Hoy hallé en mis bigotes mi primera hebra blanca...
Pero el camino sigue, que la vida es distancia.
La pena se hace olvido, la vida otra esperanza.
Vendrán dichas con penas, sueños con alboradas
y tendrá compañía mi primera hebra blanca.
Y entonces cuando mires, como un rastro de andanzas,
el recuerdo hecho flecos sobre un poncho sin alma,
también yo, amiga mía, por las glorias ganadas,
ya no estaré tan solo, como esta hebra blanca.
Gentileza de Eduardo Manzur, Juan Carlos Almada y Germán Edgar Díaz, amigos de Felipe Corpos.