Rubén Sixto Palavecino nació en Villa Salavina el 9 de Agosto de 1943. Su documento de identidad dice que nació el 16 de ese mes y año, pero Rubén solía festejar su cumpleaños cada 9 de Agosto.

Hijo de Don Sixto Palavecino, se crió en un ambiente criollo santiagueño, con música, canto y conversaciones bilingües, especialmente cuando Don Sixto y Doña Argelia Monte dialogaban en quichua. Era adolescente cuando ya tocaba la guitarra en el conjunto Sixto Palavecino y sus hijos.

Hizo la escuela primaria en Villa Salavina y la secundaria en la Escuela Industrial de Santiago del Estero, de donde egresó con el título de Maestro Mayor de Obra. En la Universidad Nacional de Santiago del Estero ingresó en Ingeniería Forestal, pero cuando la UNSE incorporó la carrera de Agrimensura, pasó a esa especialidad para egresar con el título de Ingeniero Agrimensor.

Cuando ingresó en la escuela secundaria, su familia aún vivía en Villa Salavina, por lo que Don Sixto aceptó el ofrecimiento de Don Miguel Simón para hospedar a Rubén en su casa, donde disfrutó de la hospitalidad del bandoneonista y su familia, hasta que el grupo familiar Palavecino vino de Salavina a una casa del barrio Tala Pozo (hoy Almirante Brown).

En su afán cancionero, formó el conjunto Los Copleros del Algarrobal junto a sus amigos y compañeros de la Escuela Industrial Coco Cáceres, Lito Luna y Tucho Alagastín. Ese inolvidable grupo dio a Santiago del Estero la gran alegría de ganar el Camin de Oro, premio al mejor conjunto vocal en el Festival Nacional de Folclore realizado en la ciudad de Cosquín, en el año 1967. Antes y después de este galardón, participaron en festivales y peñas de distintos lugares de nuestro país. También estuvieron en el primer programa folclórico en vivo de la televisión santiagueña. Las distintas obligaciones particulares causaron la separación del grupo folclórico, que de haber continuado habría alcanzado gran trascendencia nacional.    

En busca de trabajo y horizontes distintos, fue a trabajar en la Patagonia, para volver de allá cuando el deseo de vivir en Santiago se hizo superior a otras aspiraciones.

Casado con Nelba del Valle Moyano, docente a la que los amigos llaman Chochi, ambos prolongaron la vida en sus hijos Clyder Mabel y Rubén Marcelo. Marcelito ha sido un cantor precoz, que a muy corta edad participó en grabaciones de su abuelo (Don Sixto) y actuación en el Festival Nacional de Folclore, en Cosquín.  

   El Alero Quichua Santiagueño fue una parte muy importante en la vida de Rubén. Participó de los primeros programas y continuó aportando guitarra, canto y alegría en la audición de los días Domingo. Participó en todos los discos grabados por el Alero Quichua, ya sea acompañando a su padre con guitarra y voces de mando, o formando parte de Las Cuerdas Quichuas.

Cuando en Diciembre de 1974 falleció Felipe Corpos, Rubén se hizo cargo de la conducción del programa radial, hasta que en los años ’90 sufrió problemas cardíacos, por lo que tuvo que ser reemplazado por el Arquitecto Mario Olivera hasta su recuperación. Tiempo después, un nuevo problema del corazón lo obligó a dejar otra vez la conducción del Alero Quichua por radio, y María Teresa Pappalardo se encargó de reemplazar a Rubén, nuevamente hasta su recuperación.

En su vida también hubo grandes dolores, como lo fueron el fallecimiento de su madre primero y de su padre años después, y grandes dichas como el nacimiento de sus hijos y de su nieta Huámaj (La Primera), la que fue su gran alegría en los últimos años.

Y así fueron pasando los años, entre Alero Quichua, actuaciones con su padre, días de trabajo intenso alternados con períodos breves de reposo. Este año, el ciclo del Alero Quichua Santiagueño por Radio Nacional había comenzado puntualmente, el primer Domingo de Marzo, y Rubén estuvo alli, conduciendo alegremente la audición, al igual que el siguiente Domingo.

La segunda emisión del ciclo 2018 del Alero Quichua sería la última que Rubén conduciría, pero nada hacía presagiar tal cosa, pues el desarrollo del programa fue normal, pleno de alegría y con enunciado de proyectos.

En la noche de ese Domingo, Rubén se había sentido mal, por lo que había sido necesaria una consulta médica. Durante la mañana siguiente estaba un poco mejor y por la tarde, al sentirse bien, había concurrido a practicar danzas folclóricas en el Centro Vecinal de su barrio. De regreso, había manifestado cierto cansancio y deseos de acostarse. Estaba descansando cuando a poco del comienzo de la noche de ese Lunes 12 de Marzo de 2018, la muerte nos dio la ingrata sorpresa de llevarse a Rubén Sixto Palavecino, hijo del mayor difusor del quichua de Santiago del Estero y su continuador.

En el velorio y sepelio hubo palabras muy sentidas y música folclórica por parte de sus amigos. Luego hubo homenajes en Radio Nacional Santiago del Estero, también por parte de la Municipalidad y de organismos privados.

El grupo más afín en lo folclórico tradicional, con Aidée Palavecino a la cabeza, está rindiendo su homenaje cada Domingo en la radio, al sostener el Alero siguiendo la huella que trazara Don Sixto Palavecino y la siguiera Rubén.