Por Crístian Ramón Verduc
13/12/2022
“Esto le va a gustar al público”, es una premisa en el ámbito comercial.

Es muy posible que nadie escriba una canción para disgustar, como también es muy cierto que hay quienes buscan agradar a toda costa, sobre todo quienes desean vender un producto. 

El gaucho Martín Fierro cuenta que gustaba de tocar la guitarra y cantar. Generalmente lo hacía para su propio solaz, pero también le gustaba cantar en las “diversiones” que había cada tanto. Atahualpa Yupanqui cuenta cómo gustaba de tocar la guitarra, por sencilla que fuese. Decía: “Según el canto y la hora, quedaba el alma sobada”. La sensación de bienestar que trae el hecho de cantar por gusto es evidente. Hay quienes cantan mientras se bañan, como un modo de aumentar el placer que se siente a causa del agua corriendo por el cuerpo. Caminar canturreando es otro de los momentos placenteros que nos procuramos cada tanto. 

Aparentemente, desde hace siglos ya hubo también quienes vivían de su arte cancionero e histriónico. Seguramente, ellos debían buscar el agrado del público y no solamente ocuparse del sentimiento propio.  

A fines del siglo 19, apareció el fonógrafo, primer aparato que permitió la grabación y reproducción de sonido. Después surgió la vitrola o gramófono, comenzando así la distribución masiva de grabaciones realizadas por músicos. Después vinieron los tocadiscos y nuevas técnicas para grabación, distribución y reproducción, hasta llegar a la realidad actual, en la que no es imprescindible andar portando un elemento físico que ha de tener la música. 

Cada grabación tiene un costo, la distribución también y todo ello se vuelca en el precio que va a pagar quien quiera disfrutar de la música grabada. Así ha nacido la industria discográfica, en la que está involucrada mucha gente con ganancias diversas. Esta industria es muy competitiva. Hay una competencia por captar clientes entre las empresas dedicadas a esta industria. Dentro de cada género, los intérpretes compiten por ganar la preferencia del público.  

Hay en esta actividad gente que no antepone como objetivo el rédito económico, sino la difusión de determinado género musical y manifestación cultural. Es así que, por ejemplo, el Alero Quichua Santiagueño nació con el objetivo de difundir el quichua y las tradiciones santiagueñas, cual predicador de una causa casi perdida. 

Los participantes de los circuitos comerciales del arte musical no se dedican a lo que saben que no va a dar rédito; ellos van a lo seguro, muchas veces copiando y haciendo más popular (comercial) lo hecho por otros que han sido los primeros en buscar determinado rumbo. 

La provincia de Córdoba tiene como expresión folclórica, según la gente dedicada a la industria discográfica, el paso doble ligeramente modificado y llamado “cuarteto”. En el centro de la ciudad de Córdoba hay monumentos a los principales referentes de este subgénero musical bailable. 

Gente con memoria de largo y mediano plazo, recuerda el gran legado dejado por músicos y cantores cordobeses, como El Indio Pachi, Hedgar Di Fulvio, Luis Fernando Correa (El Pícaro Cordobés), El Chango Rodríguez, Carlos Di Fulvio, Los del Suquía, Los de Córdoba, Los Cuatro de Córdoba, Los Rundunes, Suna Rocha, y tantos otros cultores del amor por su provincia en forma de arte nativo. Todos ellos han pasado a tener poca difusión desde que la industria discográfica ha determinado que “la música de Córdoba” es el “cuarteto”. 

“¿Por qué lloras, chacarera? ¿Con quién estás resentida? De seguro por tus hijos, que se alejan y te olvidan”. Don Sixto Palavecino expresaba su preocupación en Lamento de chacarera, a fines de los años ’60. En esa época ya se percibía un interés decreciente por el arte nativo santiagueño. 

Decía un gran músico que hay una gran cantidad de pobladores de nuestro país que no tiene criterio musical, que está pendiente de las modas, de lo que impongan los medios de difusión. A las empresas que se ocupan de la venta de música y espectáculos, les interesa la cantidad de clientes, no el gusto de las minorías que siguen a distintas manifestaciones culturales y esperan calidad. 

Es muy posible que, a la hora de elegir qué o quién va a gustar a la gran masa humana, los empresarios digan: “Vamos a hacer que esto le guste al público”.   

13 de Diciembre de 2022.

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