Por Crístian Ramón Verduc
14/09/2021
“Hay trinos, flores y frutos en los montes de mi vida. Hay aves y yerba buena… ¡Cuidado! Hay también espinas”.

Así dice Pablo Raúl Trullenque en la chacarera De los montes de mi vida, con música de Orlando Gerez. El monte es una muestra cabal de cómo es la vida en general. Uno puede encontrar las mieles y las hieles que dejó en ambas, o puede encontrarlas sin haberlas sembrado. 

Con sólo entrar en el monte uno comienza a vivir experiencias valiosas. Será recibido por el calor veraniego atenuado por la sombra, o se encontrará con el frío invernal que los árboles deshojados se empeñan en suavizar, aunque más no sea frenando o desviando en parte el viento que causa una mayor sensación de frío.  

También formarán parte del recibimiento los trinos de los pájaros y las otras voces de animales sacheros. Ocasionalmente se escuchará el grito del átoj (zorro), podría escucharse al cacuy, algún puma bramando a lo lejos. También en esta época, el hualu (la tortuga) suele emitir un silbido llamando a su pareja. El persistente silbido del yutitu (la perdicita) es muy habitual, o el grito de la chuña, o el carcajeo de la charata.  

Mientras uno camina por el monte, puede escuchar el sonido del roce entre ramas gruesas movidas por el viento. Pero hay que prestar atención, pues ese sonido puede ocurrir también sin viento, porque es la voz de un pajarito al que se llama ckeo; su voz es quejumbrosa y monótona, como si fuese el sonido de dos ramas rozándose y haciendo el sonido “ckeeo... ckeeo... ckeeo”. También en el bosque, o en arboledas de la ciudad, se puede escuchar entre las ramas el maullido de un mishi utula (gato pequeño, gatito), pero es otro pajarito, que es muy esquivo a las miradas y persiste en su maullar. 

Estamos en el comienzo de la época de las frutas, y eso causa una gran actividad en todo lugar donde hay árboles. Un árbol es una gran unidad vital, donde se reúnen todo tipo de animalitos e incluso otras plantas para celebrar la vida. En estos días, por ejemplo, las moreras están bulliciosas por las catitas (cotorras) que las visitan para comer las primeras moras. Las catas no son los únicos visitantes, pero sí son los más bulliciosos, que parecen conversar mientras comen, hasta que una de ellas da unos gritos de alarma y toda la bandada se aleja en medio de un jolgorio de voces. En el monte, ocasionalmente podemos ver u oír al loro, más discreto que sus primas menores las catas. 

En esta época, el monte está floreciendo, así que el espectáculo visual es una de las señales de bienvenida al acercarse a los montes. Los primeros que han florecido son los chañares, amarilleando el paisaje que poco a poco va tornándose más verde, salpicado de otros colores. 

En el monte se disfruta de los trinos, flores y frutos, pero hemos sido advertidos de que también hay espinas. En los montes uno puede encontrar plantas con espinas. Según el tipo de suelo y el sector del monte, uno puede encontrar plantas que resguardan la integridad de sus frutos y economizan agua gracias a las espinas. 

Los tunales y los itines suelen estar fuera del monte o al borde de ellos. El itín es un árbol de madera dura y densa, que en lugar de hojas tiene su tupido follaje formado por largas espinas de color verde. Sus flores son pequeñas, de color amarillo, y sus frutos son unas vainas negras.  

Un árbol de grandes espinas es el vinal. Las espinas de vinal son grandes y fuertes. Suelen ser usadas para trabajos artesanales, como agujas de tejer y dicen que en tiempos ñaupas (antiguos) también sirvieron como punta de lanzas, aunque no hay certezas al respecto. Los vinalares se forman en terrenos que aún no son lo suficientemente fértiles para el chañar, el algarrobo, el quebracho y todas las otras especies. 

Las tunas forman montecitos propios, con sus amenazadoras espinas que protegen a sus jugosos tallos, y las janas (espinas minúsculas) que protegen a sus sabrosas tunas. La tuna, el quimil, el cardón y otros cactus están “emparentados” por características en común, principalmente por sus espinas y janas. Uno de los cactus del monte es el ucle o ucli, que da un fruto sabroso al que se accede después de superar la barrera de espinas y janas.   
Uno de los cactus pequeños, pero con muy buenas defensas, es el que la gente quichuista llama Uturungu huackachina. La palabra uturungu o uturuncu se utiliza para nombrar el leopardo americano llamado también “tigre”, jaguar o pantera onça (pantera onza). Es un gran felino con una mordida muy fuerte, que lo hace temible. La belleza de su piel ha sido la causa de su casi extinción, más que los relatos sobre daños al ganado. 

Antes hubo uturungus en nuestra provincia, pero el avance de la población, de los campos labrados y la caza excesiva lo retiraron de nuestros pagos. Hay un personaje de leyenda llamado ‘runa uturungu (hombre tigre o indio tigre), leyenda surgida posiblemente a causa de guerreros que usaban pieles de uturungu para ser más temibles. 
Huáckay es el verbo llorar, huackachiy sería “hacer llorar”; por lo tanto, la palabra huackachina nos da la idea de un instrumento o elemento causante de llanto. El pequeño cactus llamado uturungu huackachina tiene una fruta sabrosa, pero con espinitas que si se clavan en la piel son difíciles de retirar, pues al menor contacto vuelven a clavarse. La espina de uturungu huackachina, cuando es retirada, se clava en los dedos que la sacaron.  

Cuenta la gente sachera que cuando el uturungu se topa con esta planta y tiene la desgracia de tocarla, en su afán por sacarse las espinas acaba sufriendo más y llorando de dolor. Por eso el nombre: Uturungu huackachina (que hace llorar o que hizo llorar al tigre). 

El uturungu, otrora presente en los montes santiagueños, hoy se encuentra escasamente en el Noreste de nuestro país y gracias a las medidas conservacionistas, hay una leve recuperación de la especie, luego de haber sido perseguida hasta quedar al borde de la extinción. Entre otras medidas protectoras y de valoración para este bello animal, está el haber sido declarado Monumento Natural Nacional, por ley. 

Debemos ser cuidadosos en la vida pues, así como hay flores, frutos y bello trinar de pájaros, también hay espinas. Una causa para un dolor agudo puede aparecer en los momentos menos pensados si no estamos atentos, así como en el noble y bonito ceibo también hay algunas espinas.  

14 de Septiembre de 2.021.
 

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