Por Crístian Ramón Verduc
08/08/2017
“Chacareracka chupáyoj caj ‘rin” (La chacarera va a ser con cola)

“Chacareracka chupáyoj caj ‘rin” (La chacarera va a ser con cola), solía decir Don Sixto Palavecino para anunciar que tocaría un gato, al que anunciaba como “mishi” para luego traducir al castellano.

Nuestros quichuistas llaman mishi al gato doméstico. Para nombrar al gato salvaje o gato montés, el quichuista dice sachamishi (gato del monte). Los gatos son felinos de poco tamaño. Han sido domesticados hace miles de años, posiblemente en Oriente Medio. Su adopción como animal doméstico ha ido generalizándose hasta llegar a nuestro continente. Hay quienes compran o adoptan gatos por el simple gusto de tenerlos en el hogar; otra gente se interesa por ellos como cazadores que librarán a la casa de ratas y víboras; también hay quienes, siguiendo tradiciones antiquísimas llegadas desde otros continentes, consideran que el gato puede librarnos de malas influencias paranormales.

En nuestra región hay felinos desde tiempos muy antiguos. Los felinos mayores nuestros son el puma y el uturuncu o uturungu, que es el leopardo americano al que muchos llaman tigre. El avance de la población humana hizo desaparecer al uturungu en vastas zonas del continente, incluso en la nuestra, mientras que el puma consiguió permanecer en algunas áreas. El nombre científico del puma es Puma Concolor. El del uturungu es Pantera Onça (Pantera Onza). Son animales que necesitan comer una cierta cantidad de carne en forma cotidiana; para ello, atacan a todo tipo de animal salvaje o doméstico. Los ataques al ganado por parte de estos grandes felinos, el valor de mercado que tenían sus pieles y la caza deportiva, han sido los causantes de su desaparición en los montes y campos de nuestra región.

Tal vez por su poco tamaño y menores exigencias alimentarias, los distintos sachamishis andan por algunos montes y yuyales de nuestra provincia, sin aparente riesgo de extinción. Este pequeño animal se arregla con lo que encuentra en el monte, aún bien poblado de aves y roedores. Ocasionalmente un gato puede arriesgarse acercándose a un gallinero, pero ello es poco probable, pues en cada casa no faltan los perros, los que enseguida pondrán en fuga al intruso.

Por razones que aún no tenemos bien claras, se llama gato a una pieza musical criolla que tiene una presencia larga en la historia de nuestro continente. Hay distintas variantes del gato, pero en general es una danza de pareja suelta con giros, vueltas, zarandeos y zapateos. El gato es más breve que la chacarera y el escondido. Hay antecedentes del gato como danza desde hace más de ciento cincuenta años. En nuestro folclore, los gatos cantados suelen tener letra en las vueltas y giros, dejando los zapateos para los instrumentos. No obstante, hay gatos que tienen letra para cantar del comienzo al final. Entre nosotros se ha hecho la costumbre (no obligatoria) de tocar o cantar primero una chacarera e inmediatamente un gato, para luego seguir con otros temas.

El animal felino al que llamamos gato, es un cuadrúpedo que suele desplazarse con cautela, en forma silenciosa, casi aplastándose al suelo cuando se aproxima a una posible presa. Por haber observado esas características del gato, nuestros mayores han ideado el verbo gatear, para cuando una persona se desplaza a cuatro pies. Ello ocurre en personitas de pocos meses de edad, como primera etapa en procura de su libertad de desplazamiento. Antes de aprender a pararse, el ser humano aprende a andar apoyado en sus rodillas, empeines pies y manos; el gateo es una alegre experiencia para esa tierna criatura y para sus afectos más cercanos, los que suelen simular que persiguen al gateador, el que al percibir la “amenaza” huye a toda la velocidad que puede mientras suelta la contagiosa risa propia de los niñitos con pocos meses de edad.

Al margen de la edad que tenga el humano, si se desplaza “a cuatro pies” decimos que está gateando. En los adultos, el gateo es una forma sigilosa de desplazarse cuando no quiere ser visto. Desplazarse arrastrándose es aún más sigiloso, pero más lento. Estas formas de andar son parte de las técnicas de combate para los soldados, para poder sorprender. El gateo es también una técnica de los cazadores, en su guerra permanente contra los animales.

En nuestra habla criolla regional, llamamos “andar gateando” a una visita nocturna sigilosa a una dama. Se habla mucho de audaces visitas a señoritas que dormían en el patio de la casa, cuando toda la familia sacaba sus camas en noches de calor. Hay todo un anecdotario que incluye equivocaciones de cama, “gateadores” atacados por perros, gatos o gansos, graciosas y absurdas explicaciones de niñas visitadas cuando la madre preguntaba desde otra cama o catre respecto a ruidos extraños en plena oscuridad. Una copla de la chacarera La Pampa Llajta, dice: Suj tuta mascasus puris/ ushutayt chincacherani./ Taa chaquían mascas puris/ viejat umanp chamcarani. (Una noche que andaba buscándote, perdí mi ojota. Cuando andaba a cuatro pies buscándola, le toqué la cabeza a la vieja). También solían cambiar "mascasus puris" (andaba buscándote) por "gateacus puris" (andaba gateándote).

Gatear a una dama es toda una aventura en la que se conjugan la audacia o imprudencia con la pasión de pareja. Es preciso desplazarse gateando, para que al andar de cuatro pies, uno no supere la altura de las camas o catres. Hay que andar gateando y no arrastrándose, para no llegar hasta la dama con la ropa llena de tierra del patio.

El sachamishi es un animal admirable por su cautela en el andar y su gran energía cuando debe atacar o huír. El gato doméstico suele ser todo un personaje dentro de la casa, pues sin dejar de ser un animalito domesticado, suele mostrarse muy independiente. Un gato puede ser muy cariñoso y juguetón, entregando alegría con su vivacidad y afición por los juegos.

Hay estrechas relaciones entre la picardía del pequeño felino, el alegre ritmo de un gato bien tocado o cantado, y la aventura de gatear a una dama. En la chacarera ¡Cosa que me sabe gustar! (música de Don Sixto Palavecino), Felipe Corpos relata sus actividades placenteras; dice que una de ellas es: “Macharme de vez en cuando,/ de noche gatear…/ Yo digo, cantar un gato/ ¡Cosa que me sabe gustar!”

El gato es una danza vivaz que se toca, canta y baila con mucha alegría. Por eso bien merece ir junto con la chacarera, aunque sea en calidad de “cola”.

08 de Agosto de 2.017.

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