Por Crístian Ramón Verduc
14/03/2017
Estamos en noches de plenilunio...

...Quilla (la Luna) se ve untas (llena) y parece astaan atun (más grande).

Dicen que las noches de Luna llena no son buenas para pescar, que si la luz lunar toca las agallas de los pescados, se echan a perder, se pudren. También dicen que no son buenas noches para cazar, pues los cazadores serían fácilmente detectados por los animales silvestres, arruinando así la sorpresa. Si así fuese, las noches de plenilunio, aparte de ser bonitas e inspiradoras para la poesía y el canto, son buenas para la Naturaleza.

En quichua se llama Quilla a la Luna. Para nosotros, los seres humanos, es muy común ver en el cielo nocturno y diurno a la Luna. Como especie viviente que somos, venimos observándola desde hace miles y miles de años, algunos con curiosidad, otros con romanticismo, otros como referencia para orientarse o calcular la hora. La Luna, el astro más importante en nuestro cielo después del Sol, no ha pasado desapercibida para ninguna persona a lo largo de los tiempos.

La Luna es un satélite natural; en este caso, es el satélite natural del planeta Tierra. Hay otros planetas que tienen dos o más de estos satélites naturales y algunos que no tienen ninguno. Se suele decir que son satélites naturales para aclarar que no son satélites artificiales lanzados por el ser humano.

Se llama satélite a un cuerpo celeste que gira alrededor de un planeta. Por extensión, también se llama satélite a lo que de algún modo está sujeto a otro, aunque sin formar parte de ese otro. Por ejemplo, hay ciudades grandes que tienen cerca de ellas a otras ciudades menores a las que llaman “ciudades satélite”. Al Oeste de la ciudad de Santiago del Estero, en los años ’70 fue proyectada una ciudad satélite, la que tendría todos los servicios y un movimiento autónomo respecto a la ciudad Capital; finalmente, esa posible ciudad satélite quedó como un barrio más de nuestra ciudad: El barrio Autonomía, que se ubica a partir del vértice que forman las rutas nacionales 9 y 64.

La Luna, el satélite natural de la Tierra que vemos fácilmente cuando aparece de noche y con menos nitidez si es de día, debe este nombre al idioma latín, pues viene de una palabra en ese idioma, que significa Luminosa. De la misma palabra deriva la palabra Lunes, con el sentido de que es el día de la semana dedicado a la Luna. De un idioma antecesor del latín deriva la palabra mes, en alusión a que un ciclo lunar es prácticamente de cuatro semanas.

Los griegos llamaron Selene al satélite natural de nuestro planeta. De ese nombre viene el llamar “selenita” a lo que provendría de la Luna, como las muestras minerales tomadas por los astronautas (material selenita) o los habitantes de tal cuerpo celeste si los hubiera (“Apareció un selenita con aspecto humano”).

Otros planetas pueden tener más de un satélite natural. Por ejemplo: Urano tiene más de veinticinco y Saturno tiene más de sesenta.

Posiblemente por no haber prestado demasiada atención en la escuela, algunas personas suelen referirse a los satélites naturales de otros planetas como “lunas”, pero nuestro satélite natural es el único cuyo nombre es Luna. Por ejemplo, el planeta Marte tiene dos satélites naturales y sus nombres son Deimos y Fobos. Entonces, si a uno le preguntarían: “¿Cuántas lunas tiene Marte?” La respuesta correcta sería: “Ninguna; tiene dos satélites, cada uno con su nombre, pero ninguno de ellos se llama Luna”.

Debido al movimiento de rotación y traslación de la Luna, combinado con el movimiento de rotación de la Tierra, siempre vemos la misma cara de la Luna; el otro lado es visible solamente para quienes vuelan en el vehículo adecuado hasta rodear la Luna.

La misma combinación de movimientos hace que veamos aparecer a la Luna cada día una hora más tarde. Ese “atraso” es la causa de distintas posiciones de la Luna respecto a la Tierra y al Sol.

En estos días finales de la segunda semana de Marzo, la Tierra ha quedado en medio de la Luna y el Sol; por eso es que la vemos toda iluminada, pues respecto a la Luna, estamos del mismo lado que la principal fuente de luz de nuestro sistema.

Poco a poco veremos cómo la superficie iluminada nos parece cada vez menor, hasta que al cabo de una semana desde el plenilunio, la Luna se nos aparezca "partida en la mitad", como decía el poeta y cantor tucumano Tito Segura en su Zamba de Amor y Mar. Es por que en esos días, en su andar por el espacio, la Luna nos queda "a un costado" si miramos hacia el Sol.

Durante una semana más, el satélite natural de la Tierra se nos aparecerá con una franja luminosa cada vez más angosta, a medida que su posición respecto a la Tierra se va alineando cada vez más con el Sol. Cuando Quilla esté entre la Tierra e Inti (el Sol), la veremos como una línea curva muy delgada y la llamaremos Luna Nueva. Es en esa posición en que suelen producirse los eclipses de Sol, cuando la Luna proyecta su sombra en alguna parte de nuestro planeta. Si estamos en uno de esos lugares, veremos en algún momento del día a la Luna como un círculo negro que cubre parcial o totalmente el Sol. Gente "de antes" solía decir que en ese momento ambos astros estaban peleando por la supremacía entre el día y la noche.

Después de los días de Luna Nueva, veremos cómo la superficie iluminada va engrosándose y se parece a una letra C. Una semana después tendremos otra vez la visión de una mitad de círculo y al cabo de siete días más estaremos nuevamente ante un plenilunio, con lo que se completa el mes lunar.

En las noches de Luna llena es cuando puede producirse un eclipse lunar, en caso de que la bella Selene pase por la sombra de la Tierra.

La Luna gira sobre sí misma, al igual que la Tierra. La combinación entre ese movimiento de rotación lunar y traslación alrededor del planeta, es la causa por la que siempre vemos la misma "cara" de la Luna.

La Luna tiene un nombre distinto según el idioma de cada pueblo. En Santiago del Estero la llamamos Quilla en quichua y Luna en castellano.

Es un cuerpo celeste al que, si bien lo vemos también de día durante ciertos días del mes, lo relacionamos con la noche. Su belleza y luminosidad hacen volar nuestra imaginación e inspiran a poetas de todo el mundo. En estas noches, ver el brillo de la Luna llena sobre las aguas del Mishqui Mayu (Río Dulce) crecido, es un espectáculo que nos atrapa el alma.

Soñadores de distintos lugares y en distintos idiomas le han cantado a la Luna, embelesados por su brillo pero, como dice Don Manuel Augusto Jugo en su Zamba Para mi Luna: "La Luna que alumbra mi pago brilla con más esplendor".

14 de Marzo de 2017.

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