Por Crístian Ramón Verduc
02/08/2012
¿Qué hacía ese animal en la ruta?

“¿Qué hacía ese animal en la ruta?” Es un interrogante que muchas veces se escucha ante un vehículo accidentado por causa de animales sueltos o ante un animal silvestre atropellado por un automotor.
Hay animales que parecen más propensos a los atropellamientos. Uno es el gato doméstico en las ciudades. El gato se para al costado de una calle, parece que está calculando el momento adecuado, pero se lanza bruscamente a cruzar corriendo aunque venga un vehículo. 

Los perros que son atropellados son los que todavía están creciendo y aún son juguetones temerarios. Algunos desarrollan el mal hábito de perseguir a los vehículos que pasan y terminan atropellados por los que vienen a continuación. Hay perros que son expertos en andanzas callejeras. Es asombroso y cómico ver algunos perros esperando el momento propicio para cruzar la calle, con más prudencia que muchos humanos. 

En las rutas suelen ocurrir este tipo de accidentes, con consecuencias o no para los humanos, pero que dejan como saldo algún animalito herido o muerto. En las rutas de nuestros pagos es común sentir el olor de algún zorrino que fuera aplastado por un automotor. El zorrino, el hurón y otros animalitos silvestres suelen atravesar las cintas asfálticas sin estar preparados para esquivar los veloces automóviles.

Otra víctima de las rutas es el oso hormiguero, que puede alcanzar gran tamaño, es de paso rápido pero de visión muy corta. Puede aparecer de pronto desde un bosque y atravesar la cinta asfáltica sin percatarse del tránsito veloz. 

La perdiz es una avecita que camina casi todo el tiempo. Cuando se asusta, hace un rápido y ruidoso vuelo de baja altura para alejarse del peligro, sin mirar muy bien hacia dónde va. El pájaro carpintero también vuela a poca altura, en una traslación aérea que parece una serie de saltos largos o una sucesión de arcos imaginarios recorridos entre cada aleteo. Estas dos aves suelen morir en la parte alta de los parabrisas de los automotores, sin que el conductor haya podido hacer nada para evitar el impacto. 

Los transportes acuáticos son veloces desde que han comenzado a ser impulsados por motores. Lanchas, motos de agua y grandes buques se trasladan por mares, lagos y ríos a velocidades superiores a las conocidas por los habitantes de las aguas. Muchos animales acuáticos suelen ser atropellados por barcos o lanchas, resultando mutilados o muertos por la quilla o las hélices. Este tipo de accidentes también ocurre a veces con humanos que están nadando o embarcados. En cuanto a los animales, lo más notable es lo que ocurre con animales grandes, como las ballenas, orcas, delfines, cisnes, gansos, cocodrilos, tortugas, focas, lobos marinos, nutrias y otros inocentes. También los peces suelen ser víctimas de atropellamientos, pero pasan poco menos que desapercibidos. 

El cielo también ha sido invadido por el ser humano y sus máquinas. Así es como también se producen muchos casos de animales atropellados por aviones. Las hélices o turbinas suelen destrozar a inocentes aves que volaban sin saber que estaban en una ruta aérea o en la zona de un aeropuerto. En muchos aeropuertos utilizan halcones para ahuyentar a las palomas y otras aves que podrían frecuentar la estación aérea, atraídas por los amplios pastizales o simplemente haciendo uso del cielo. Desde el punto de vista de nosotros los humanos, las aves son un peligro para los aviones, pues si son tragadas por una turbina, puede haber daño en la planta motriz de la aeronave. 

"El avión es cosa buena cuando se anda con apuro; claro que carro con mula también llega, y es seguro", cantan Los Hermanos Ábalos en la chacarera Casas Más, Casas Menos. La velocidad y el medio en que se desplazan los modernos vehículos suelen ser causa de accidentes que resultan impensables cuando se usa los vehículos llamados "de tracción a sangre". Claro que no siempre es seguro trasladarse en carruaje tirado por caballos o mulas. 

Suelen producirse accidentes de diversa gravedad por caballos de tiro arrollados en la ruta por automotores veloces. Generalmente el caso se da cuando un carro o sulky va a cruzar la cinta asfáltica y el humano que conduce al animal no advierte la cercanía de un vehículo o calcula que puede cruzar antes. El animal no puede ver al automotor que se aproxima, pues suele tener colocado lo que se llama anteojeras, para que mire únicamente hacia adelante. 

En las tradicionales carreras cuadreras, hubo casos de caballos que atropellaron a espectadores, ya sea por que el animal excitado o despavorido se salió de la pista o por que una persona imprudente cruzó por delante de los caballos lanzados a la carrera por los jinetes. 

Hasta donde se conoce, no existen casos de colisión entre animales silvestres o entre animales domésticos que no son obligados a seguir determinado rumbo y a cierta velocidad. Es decir que, sin la intervención del ser humano, los animales no chocan entre sí. Es admirable ver manadas numerosas, grandes cardúmenes o enormes bandadas que se desplazan en forma coordinada. 

La aparición del ser humano con su afán por llegar cada vez más alto, más lejos y más rápido, se llevó por delante el tranquilo andar de algunos seres o interrumpió violentamente las huídas de animales perseguidos por otros en la rutina normal de la vida silvestre. 

Quienes dirigen un vehículo terrestre, acuático o aéreo, deben estar atentos a la presencia de otros vehículos o de animales que podrían cruzarse en su trayectoria. Los propietarios de animales deben cuidar que los mismos no salgan a la calle o a la ruta, pues pueden causar un grave accidente. 

Los animales son seres inocentes, muy capacitados para sobrellevar su vida pero prácticamente incapaces para adaptarse a los cambiantes modos de vida de los seres humanos. 

De hecho que los seres humanos daremos prioridad al prójimo, pero no estaría de más, si un humano atropella con su vehículo a un animal, antes de culpar al inocente, no estaría de más preguntarse: “¿Qué hace esa ruta en territorios de la Flora y la Fauna?” 

02 de Agosto de 2.012.

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