Por Crístian Ramón Verduc
27/06/2012
Barrancas, tierra querida

"Barrancas, tierra querida..." era el pensamiento dominante en los viajeros que habíamos partido antes del amanecer desde la ciudad de Santiago del Estero. La Ruta Nacional 9 nos había hecho disfrutar de los paisajes del Sur cercano a la ciudad, hasta llegar a Loreto, donde se puede apreciar a la derecha el parque en homenaje a la Virgen de Loreto, patrona de la Fuerza Aérea. Hacia la izquierda, una amplia avenida nos llevaría hacia la ruta que va al Puente de la Dormida sobre el Río Dulce, a Mishtol Bajo, Perchil Bajo, Brea Pozo y cuántas otras poblaciones de la margen izquierda del río; pero el objetivo no era tomar esa avenida, sino seguir hacia el Sur por la Ruta 9. 

Siguiendo hacia el Sur por la ruta nacional, enseguida está el Río Namby, seco en esta época del año pero igualmente rodeado de un lindo paisaje y del misterio de su nombre guaraní en medio de una región quichuista. Si nos atenemos a la traducción proporcionada por amigos litoraleños, Namby significa Oreja. Observando imágenes satelitales, nos sorprenderíamos al descubir que el Río Namby hace una amplia curva hacia el Sur, se abre en los salitrales y finalmente da su agua al Río Saladillo, formando un gran arco en forma de oreja. 

Pasamos el pequeño y misterioso Río Namby, seguimos un par de leguas hacia el Sur y encontramos una ruta provincial que sale hacia la izquierda, muy bien señalizada e iluminada. En marcha tranquila por el buen estado del pavimento, recorremos los veintitrés kilómetros que nos separan de Estación Atamishqui, mientras los carteles nos van revelando la presencia cercana de poblaciones quichuistas. 

Estación Atamishqui es tan antigua como el ferrocarril que en el Siglo XIX atravesó los montes fundando nuevos asentamientos poblacionales y poniendo en agonía a varias poblaciones históricas. Estación Atamishqui es un pueblo tranquilo, con calles pavimentadas y y calles de tierra, un arbolado urbano creciente y suficiente agua que viene por un canal para su potabilización. Todo indicaría que aquí también la estación despobló y destruyó a la villa original. No es así, pues doce kilómetros más adelante, Villa Atamishqui sigue creciendo y sigue siendo el centro urbano de la zona, donde los pobladores encontrarán beneficios urbanos con aire de campo, de monte. 

Dejando el centro de Villa Atamishqui, nos encaminamos hacia el Sur por ruta de tierra bien firme, para pasar por Soconcho, Los Peralta y otras poblaciones señeras y finalmente llegar a una población de casas dispersas que cuenta con un hermoso edificio escolar. La población es Barrancas y el edificio corresponde a la Escuela Rural 804 Fermín Zabalza. El Sábado 23 de Junio, la escuela bullía de gente; docentes y vecinos repartiéndose entre los preparativos para el gran acontecimiento y recibir a las visitas, los recién llegados soltando exclamaciones de alegría a cada momento, ya sea por el reencuentro con afectos o por los trabajos escolares bilingües expuestos mostrando la preocupación y ocupación de toda la comunidad por preservar su tesoro idiomático. 

Fue inevitable pensar: "El quichua es pura verdad, igual que a nuestra Bandera lo debemos respetar", en el momento de entrada de las banderas nacionales y provinciales de los distintos establecimientos escolares participantes. El respeto popular hacia el significado de los símbolos patrios nos hacía sentir bien a todos los presentes. 

El Himno Nacional cantado en quichua por alumnos, docentes y vecinos hizo brillar los inundados ojos de los visitantes llegados desde distintas provincias. Fue particularmente emocionante y alentador ver al Director de la escuela hablando en quichua a los presentes. Bernardino Coronel mostró la preparación y entusiasmo suficientes como para dirigir los actos de toda la jornada, atender a la gente y finalmente cantar con su conjunto Sachamanta. Algo que debe valorarse es que se podía percibir el trabajo organizado, en equipo, por parte de toda la comunidad educativa de la escuela. Se entiende que al comenzar uno de estos acontecimientos, los organizadores ya cargan en sus espaldas el peso de las jornadas preparatorias. 

Los temas tratados por los disertantes, fueron todos de un gran valor cultural y no caben en una hoja de papel. Cabe resaltar algunas afirmaciones y sugerencias. Don Mario Garnica explicaba que el nombre original del lugar era Chalugasta, posiblemente por deformación de Challuagasta, lugar con abundancia de peces. A partir de 1.745, Chalugasta pasó a llamarse Barrancas. Ambos nombres se deben a la presencia del río, que por causas geológicas se desplazó varios kilómetros hacia el Oeste, dejando solamente un desnivel de terreno de las antiguas barrancas. El maestro Mario Garnica evocó a los antiguos violineros de Barrancas, Don Conrado Pérez (Don Conrao), Isidro Rodríguez, Don Tomás Avendaño, al que la gente del Alero Quichua tuvo la dicha de conocer unas tres décadas atrás. 

Desde Añatuya llegó el Profesor Vidal Ulloa, para dejarnos sus enseñanzas y un firme anhelo: "Que la lengua y cultura quichua no acabe nunca, aunque nosotros los humanos acabemos." Refiriéndose a la cultura quichua de nosotros los criollos, el Profesor Pedro Daniel Almaraz afirmó en forma contundente que la solidaridad es uno de los pilares de los pueblos, poniendo como ejemplo la minca o minga, el trabajo comunitario de ayuda recíproca entre nuestros ancestros. El Profesor Almaraz afirma que el docente es formador del futuro del lugar donde se desempeña, y pide exigir a los docentes que trabajen con los proyectos culturales bilingües, y gestiona que el hablante forme parte de los proyectos pedagógicos bilingües en calidad de idóneos. 

En general, hubo un llamamiento a la reconciliación y coordinación entre el hablante quichua y el estudioso no quichuista, para bien del idioma. 

Entre disertaciones, canto quichua y castellano, danzas tradicionales y el sentimiento de estar en el lugar que corresponde al difusor del quichua santiagueño, nos encontramos con que el Sol se había hundido en el horizonte. Era hora de ver la película La Savia del Algarobo, del realizador Daniel Rojas. 

La Savia del Algarrobo es un film que nos lleva hacia adentro del monte, del sentimiento bilingüe santiagueño personificado en Don Sixto Palavecino y varias personas cercanas en el sentimiento. 

Después vendría un espectáculo folclórico protagonizado por talentosos y entusiastas artistas populares criollos. El camino pedía ser ensillado para el regreso que permitiría una nueva emisión del Alero Quichua Santiagueño. 

Acompañados por la Luna Creciente, atravesamos esos campos y montes salavineros y atamishqueños, saboreando las enseñanzas que nos dejó el Primer Encuentro con la Cultura y el Arte Ancestral. Mirando hacia atrás, se podía imaginar al antiguo pueblo emplazado junto al Camino Real. Barrancas... pago natal de Don Sixto Palavecino. Barrancas... antigua población ribereña ahora lejana al río que se fue con los siglos. 

Barrancas... pago donde se respira quichua santiagueño. Barrancas, eres la firme raíz sostenedora del futuro para nuestro bilingüismo: No olvides. Ama ckonckaychu. 

27 de Junio de 2.012.

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