Por Crístian Ramón Verduc
19/06/2012
Mis hermanos argentinos: El quichua es pura verdad

“Mis hermanos argentinos: El quichua es pura verdad; igual que a nuestra Bandera lo debemos respetar.” De entrada nomás, en su chacarera Quichuizar al Mundo, Don Sixto Palavecino nos ubica respecto al quichua y nos dice cómo debemos considerarlo. 

Para algunos, respetar una bandera puede parecer absurdo. Hay quienes relacionan el respeto hacia los símbolos con una suerte de fetichismo. Lo que nos han enseñado nuestros Maestros es que los símbolos patrios representan a toda nuestra Nación; por lo tanto, respetar un símbolo patrio equivale a respetarnos a nosotros mismos y a todos nuestros connacionales. 

Los maestros de escuelas urbanas y rurales, y los maestros cotidianos que son nuestros mayores, procuran por todos los medios inculcarnos los mejores valores, como si fuésemos sus hijos, por que los humanos sabemos o intuimos que, cuando ya no estemos en esta tierra, vamos a trascender por nuestras obras y por nuestros hijos naturales o los hijos en el afecto. En estos días, siguiendo una tradición de varias décadas inculcada por los mayores, las casas y balcones lucirán la Bandera Argentina. Residentes extranjeros adornan sus casas con la bandera de su país, como un homenaje a nuestro pabellón. 

Para Don Manuel Belgrano, la existencia terrenal finalizó un 20 de Junio, pero su obra trascendió y se proyectó en el tiempo. Ciento noventa y ocho años después, lo recordamos y rendimos homenaje a la Bandera Argentina que nos dejó como legado. Los homenajes más valiosos se rinden en las escuelas, y fueron las escuelas unas de las principales preocupaciones del General Belgrano, por eso donó una considerable suma de dinero para la construcción de escuelas en nuestro país. 

Hablar de la obra del General Belgrano sería abundar, especialmente en esta semana en que seguramente se hará mención repetidas veces a su altruismo, que lo llevó a la pobreza luego de haber recibido fuertes retribuciones por su accionar en las luchas por la independencia, la que movilizó su vida hasta el final, cuando confiado en que por ser una causa justa, Dios seguiría ayudando para una buena conclusión.
Don Manuel Belgrano llegó a la desobediencia hacia las dubitativas autoridades porteñas, que preferían postergar la creación y adopción de una Bandera Nacional. La celeste y blanca ondeó triunfal en las formidables campañas libertarias, como lo dice la marcha Mi Bandera. 

“Y llena de orgullo y bizarría, a San Lorenzo se dirigió inmortal.” Esta parte de la marcha Mi Bandera evoca el bautismo de fuego de los Granaderos a Caballo, el regimiento creado por Don José de San Martín. San Lorenzo, junto a las barrancas del río Paraná, nos recuerda la heroica muerte del Sargento Cabral, la del Capitán Bermúdez y la de otros criollos que luchaban por sí mismos, por la Patria. Ese trecho de Mi Bandera nos indica una característica de las tropas y de la bandera que los encabezaba: bizarros. 

Como criollos que somos, debemos reconocer que descendemos de gente originaria de nuestro continente y del continente europeo. El idioma europeo que llegó a nuestro pago para imponerse y terminó mezclándose con el quichua y otras lenguas antiguas, es el castellano, idioma dominante en España. En castellano, la palabra Bizarro define al valiente y elegante. No permitamos que el poder del espectáculo fácil degrade los idiomas que usamos, pues corremos el riesgo de dejar un lenguaje verbal y escrito confuso para quienes vienen después que nosotros. 

Con orgullo y bizarría, las tropas argentinas acometieron en las luchas armadas que debieron encarar. La campaña libertadora continental es motivo de orgullo para los criollos de toda América Latina. Cada uno con su bandera, los ejércitos lucharon por los ideales de sus pueblos. 

El General Belgrano, sin haber estudiado la carrera militar, tuvo que ponerse bizarramente al frente de los valientes criollos que estaban dispuestos a seguir fielmente la bandera de la Patria y defenderla hasta perder la vida. El General Belgrano también yace en el fondo del Mar Argentino en el nombre del acorazado que llevó consigo en una inmersión inmortal a trecientos treinta y dos valientes que estaban dispuestos para la lucha por la integridad territorial argentina en 1.982. 

En Rosario, ciudad donde se emplaza el Monumento Nacional a la Bandera, Don Sixto Palavecino fue designado Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional de esa ciudad. Orgulloso y agradecido, en esa ocasión Don Sixto mencionó una hermosa coincidencia: Que recibía esa distinción junto a las barrancas del Río Paraná, donde el General Belgrano presentó la Bandera Argentina a sus soldados, siendo Don Sixto un criollo campesino nacido en Barrancas, Santiago del Estero. 

En Barrancas, departamento Salavina, el Viernes 22 y Sábado 23 de este mes, ocurrirá el Encuentro con la Cultura y el Arte Ancestral, organizado por la comunidad educativa de la Escuela Rural Fermín Zabalza. El nombre de la escuela nos recuerda al docente rural amigo de Los Hermanos Díaz y Atahualpa Yupanqui, que fuera homenajeado con el gato Don Fermín. 

Participarán del Encuentro quichuistas y estudiosos del quichua de la zona, de otros lugares de nuestra provincia y de otras provincias también. La gente de Rosario que formó parte del movimiento para el otorgamiento del Doctorado Honoris Causa a Don Sixto Palavecino, llegarán con un valioso aporte para la escuela donde nuestro gran quichuista aprendiera las primeras letras: Traerán la luz eléctrica para el establecimiento iluminador de consciencias criollas. 

Podemos decir que esta visita es recíproca a las visitas de Don Sixto, cuando llegaba a las barrancas rosarinas con su arte y su sabiduría. Podemos decir que este fin de semana tendremos un encuentro de barrancas en Barrancas. 

La idea de quichuizar al mundo no se refiere a que el mundo adopte el quichua como lengua general. Ya lo dice la chacarera: “Yo no pretendo que el quichua sobrepase a los demás, pero tampoco sea menos: debe estar de igual a igual.” Se trata de lograr que la gente de todas partes sepa de la existencia de nuestro idioma ancestral y, si es posible, aprenda algo de él. Pero sobre todo, que de una vez por todas adoptemos la cultura quichuista que ordena no robar, no mentir y no tener pereza. 

Las grandes obras han sido logradas por personas honestas y activas. Por eso el General Belgrano perdura en nuestra Bandera; por eso Don Sixto perdura en nuestro sentimiento criollo, como una bandera. 

19 de Junio de 2.012.

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